La mejor noticia de esta aventura me llegó jueves Santo noche (pronto tendremos entre nosotros una nueva seguidora de l'Espanyol i futura peregre, felicidades, no sabéis la sorpresa y alegría que me lleve).
Por otro lado agradecer a Mirentxu y Jose Miguel su hospitalidad, cariño y buena compañía en Monreal (Etxartenea, www.etxartenea.com) aquí va mi recomendación de su casa, de una gente que nos ha ofrecido lo mejor de Navarra y que no olvidaremos.
Y aunque el tiempo no ha ilustrado estos días con su mejor cara (lluvia, frío, viento, más lluvia) la experiencia de volver esta vez a pisar el Camino, aunque haya sido en clase turista, todavía me ha producido un mono más intenso (morriña), una necesidad de coger las botas y plantarme con la mochila por esas tierras, de perderme con mi silencio por esos paisajes. Sí, ha sido muy duro (las emociones olvidadas han vuelto a calentarme la sangre), no tener más días pero la promesa se ha quedado en San Pedro de la Rúa ante una imagen de Santiago, de no tardar mucho en volver y esta vez caminando.
Tras descubrir con asombro que el patrón de los caminantes y peregrinos no es Santiago sino San Nicolás, he recorrido algunos de los lugares emblemáticos para los buenos enfermos de camino y que me han hecho recordar momentos vividos ya hace algunos años por esas tierras.
De Estella a Roncesvalles, donde me acerque a la fuente del peregrino de Irache, visite el albergue de Estella (recordando una apuesta con un peregre).
En Puente la Reina, fotografié a los peregrinos en grupo (en estos tiempos con Iphone) que venían de la mágica Eunate y charlé con ellos un rato, gente que iba hasta Logroño y unos chicos brasileños que venían desde Saint Jean de Pied Port hasta el mismo Santiago. Me reencontré con ese espíritu de los caminantes que los hacen tan especiales, da igual de dónde vengas y a dónde vayas, siempre tienen buenas palabras para otro peregre. En Eunate contemplé el atardecer de nubes dispuestas a descargar en minutos.
El monte del Perdón reparte su espacio entre el monumento a los peregres y los nuevos molinos eólicos, que invaden el horizonte más próximo.
En Pamplona regresé a la calle Estafeta, donde aquel transeúnte me entregó una moneda de quinientas pesetas al verme llegar totalmente embarrada y mojada, fue una etapa dura de otra Semana Santa (de aquí quizás un poco el término homeless que me acompaña).
Como han cambiado los tiempos, en la calle Mayor de la capital, la tienda del camino www.latiendadelcamino.com y las nuevas conchas señalizadoras.
En Roncesvalles la nieve puso el toque especial al día, el caldo y el bocadillo de lomo y queso en Casa Sabina reponedores de fuerzas y el descenso por el Puerto de Ibañeta hacía Valcarlos, un desfile de peregrinos (una familia al completo) subiendo a pesar de la pesada lluvia con una fuerza de voluntad y entereza que es capaz de mover montañas y que me producen una admiración sana, el esfuerzo recompensado, repartiéndoles ánimos desde el coche.
Todo un mundo de sensaciones que volvieron a mi cabeza estos días y que aparte de otras visitas y excursiones interesantes por estos barrios que han logrado que me desconectará de todo y me han devuelto a un tiempo que siempre voy a llevar en mi liviana mochila personal y en mi corazón, aunque quede muy cursi, me embarga una emoción inconmensurable.
Quedan muchos sitios por visitar, muchos lugares en el tintero. Pero un hasta pronto los hace más cercanos.
Que Dios nos dé la sabiduría para descubrir el camino correcto, la voluntad para elegirlo,la fuerza para hacer que perdure y las palabras para poder compartirlo. Buen Camino, Homeless!
ResponderEliminar