martes, 26 de mayo de 2009

SOLUCIÓ A L'ENIGMA DEL MES


Aquest mes es tractava de la Casa de Lactància a Gran Via 477-479.

Història : Es tracta d'un edifici públic construït cap al 1910 seguint la disposició clàssica de petit palau entre mitgeres. Un notable grup escultòric, obra d'Eusebi Arnau, i un escut de Barcelona, coronen l'edifici. Fou força ampliat en una reforma de 1968.

Arquitectura : Organitzat en alçada en planta semisoterrani, planta baixa i pis, destaca la notable decoració amb un llenguatge modernista remarcable (motius florals i paraments de maó vidriat). A l'interior destaca un pati central cobert per una claraboia.

Propòsit: Aquest edifici va nèixer per l’increment desmesurat de nens deulofeu a començaments del segle XX. Les dones de les rodalies de Barcelona provinents del món rural hi treballaven allà alletant aquests nens i altres en situacions difícils donats els temps que corrien de malalties i guerres.

domingo, 24 de mayo de 2009

IL.LUMINACIONS: CATALUNYA VISIONÀRIA


CCCB
Barcelona

Catalunya ha estat un país avançat gràcies a la intuïció i a la visió de les seves individualitats, permeables als corrents de pensament europeu i a les noves ideologies revolucionàries. Aquesta és una exposició que ens apropa a l'obra d'aquestes figures del món de les arts i les lletres, de la ciència i del pensament que han obert perspectives i han trencat motlles.
Una bona manera de fer un repàs exhaustiu als personatges que han fet història al nostre país.

EL PETIT TALLER D'EN HOMELESS


RELATOS POR ENTREGAS (V)

CIENTO DOCE DÍAS

-Hola, soy Nora, la amiga de Roberto. Si no me equivoco tú debes ser Alexandra, ¿no?. ¿Cómo te encuentras?. Roberto me lo ha explicado todo por teléfono.

- Hola Nora, mucho gusto. Hubiera sido mejor conocerno en otras circunstancias pero chica ... No me siento muy bien. Estoy, no te lo sabría decir. Sólo pienso en que mañana me han de operar. Los nervios no me dejan e intento no pensar. Estoy preocupada por una situación que no puedo cambiar.

- Mujer, ya verás como todo irá bien. Le he dicho a Roberto que te puedes quedar en casa todo el tiempo que necesites, sin ningún compromiso. Mi piso es bastante grande y siempre es fantástico tener cerca a alguien de tu país, aunque yo aquí ya me siento como en casa. Con Roberto trabajamos juntos en proyecto de su empresa, hace muchos años que nos conocemos y mira las vueltas que da la vida, ahora estoy aquí en Barcelona trabajando y viviendo.

- Gracias Nora. Para mí es una alegría tener a alguien en quien pueda confiar tanto o al menos saber que tengo alguien que me apoya. Estoy demasiado lejos de casa.

- Ya me lo supongo. Ahora tengo que salir y tú tienes que descansar, mañana te espera un día muy, muy largo. Volveré a venir a ver hacia el tarde para saber cómo estás. Y como ha ido la operación. Te deseo mucho suerte, todo irá bien. Hasta mañana.
- Y otra vez. Gracias.

Al día siguiente cuando vinieron a buscar para llevarme al quirófano, no quise tomar conciencia de nada.La anestesia me llevó a un sueño tranquilo. Cuando me desperté todo fue diferente. Un dolor intenso me hacía ser consciente de lo que me habían hecho. El shock traumático fue muy importante, sólo verme me puse a llorar, no podía mantenerme serena. No pensaba que me podría volver a recuperar nunca y que aquella parte de mi cuerpo que ya no estaba, no podría sustituirla por nada. Pensaba que nunca me podría volver a mirar ante un espejo y comprender ahora mi imperfección, como sería capaz ahora de poner me ropa ajustada o ir en bañador, como podría ducharse con el resto de la gente a un gimnasio, como podría ahora empezar una relación con un hombre, gustar a un hombre. Como podría a partir de ahora gustarle a mí misma. Vivir conmigo cada día. Pero ver mi cuerpo mutilado no fue la única sorpresa que me depara la tarde.
Por la puerta volvió a entrar el doctor Rosich:
- Buenas tardes señora Zinnerman, todo ha ido muy bien. No hemos podido salvar el pecho, el tumor estaba muy extendido y era muy inconsciente arriesgarse a no cortar todo el tejido afectado. No se preocupe hoy en día los tratamientos post-quirúrgicos son muy avanzados. Lo que si le tengo que decir es que tendrá que hacer una tanda de quimioterapia, tal vez tres meses o cuatro y entonces ya se le podrá dar el alta hasta las revisiones que deberá hacerse anualmente en su país. Hemos estado a tiempo la cosa estaba muy avanzada. De ahí un par de días ya podrá salir del hospital y volver para sacarle los puntos y pedir hora para la primera sesión.

- Muchas gracias por todo, pero esta segunda parte, de esto de hacer quimio no me había dicho nada, ayer no habló que me hubiera de quedar en esta ciudad tres meses.

- Señora, seguimos un protócolo de actuación, es lo que hay dependiendo de cada paciente y cada diagnóstico. Es necesario cumplir el tratamiento. Ahora está en nuestras manos. Descanse.

- No me puede pedir eso, usted quería que me operará para sacarme del riesgo crítico pero no puedo quedarme aquí.

- Se deberá concienciar de la situación, ahora ya está dentro del programa y no puede salir. ¿Ha podido contactar con alguien de su país?

- Por suerte mi ex-marido tiene una amiga trabajando y viviendo en Barcelona y estaré en su casa.
- Pues entonces, no tiene por qué preocuparse, lo que necesita ahora es entender que usted se necesita a usted misma mucho y en las mejores condiciones para superar la enfermedad y hay que olvidarse del resto, se ha de luchar.
Y volvió a salir por la puerta sin despedirse. Cuánto más tiempo pasaba me costaba más asimilar mi enfermedad, asimilar el replantearme los hechos desde otra perspectiva, desde otro ángulo que delimita mi consciente. Ahora lo primordial era mi salud, era yo. Aunque me negara a cada minuto lo que me pasaba. Aunque no reconociera que la afectada, la persona que había en aquel lecho, era yo. Sometida a un estado de sufrimiento continuo, de cuestionamiento de una enfermedad que había llegado sin ninguna carta de presentación.
Recibí una llamada de Enrique donde ya no pude aguantar más y me hundí. A pesar de sus ánimos, por su tono de voz vi que él estaba muy preocupado y me dijo que lo llamara siempre que necesitara hablar con alguien, por cualquier motivo, que sabía que no me falló.
Ya hacia el tarde volvió a comparecer Nora:
- ¿Cómo ha ido todo? Yo no podía más que responder con monosílabos y hacer un puesto de decepción, de resignación, de persona ensorrada y incrédula lo que estaba pasando.
- Hola Nora - no pude contener las lágrimas - no me han podido salvar el pecho y además me han dicho que tendré que hacer quimioterapia tres meses aquí en Barcelona. Era lo peor que me podía pasar - mientras me tapaba la cara con las manos intentando detener mis lágrimas. Ya no podía con aquella situación.
La mujer tampoco sabía que responder.
Nora intentó tranquilizarme:
- Mujer, ahora lo ves todo muy negro pero ten un poco de paciencia, la operación ha ido bien. Si es verdad, yo no puedo sentir lo que te pasa por la cabeza, sobre todo tienes que ser fuerte, tienes que luchar por todo el camino que te queda por hacer, no puedes dejar de mantenerte con la moral alta. Mi atención ahora estaba totalmente centrada en el futuro más cercano.
- No te ha pasado a ti - exploté -perdona no tengo derecho a hablarte así. Tú no me conoces y me estás ayudante, me has ofrecido tu casa. Pero ahora quiero estar sola. Nora se despidió hasta el día siguiente.
Hablar con Enrique y con Roberto, fue aún mucho más difícil.
Enrique no se lo podía creer y yo tampoco tenía ganas de hablar, dije que le llamaría en unos días. Hablar con Roberto y explicarle después de haber compartido trece años de nuestras vidas aquel problema, fue un golpe letal para mí. Ya no dependíamos uno del otro, habíamos decidido separar nuestras vidas, separar nuestros sentimientos, nuestros intereses. Me preguntó si quería que viniera, pero mi crecida autosuficiencia falsa, que maquillaba mi debilidad y la situación en que me veía, me hizo flotar por un momento y le pedí que no viniera, que no podría soportar que me viera así. Sólo le rogué que si todavía tenía un juego de llaves de casa, fuera a dar una vuelta porque no sabía cuanto tiempo tardaría en volver, no quería dejar mi casa desamparada, mi casa que tanto echaba de menos. Roberto me prometió que iría una vez por semana y que nos mantindriamos en contacto. No quise añadir nada más. No supe reaccionar y agradecerle lo que estaba haciendo.
Y ya estaba otra vez en cuerpo y alma a esa habitación, siendo la protagonista de una etapa imborrable de mi vida. Con la más absoluta necesidad de escapar de mí misma. Dos días después salí del hospital acompañada de la Nora. Vivía bastante cerca del hospital aunque yo le pedí si podíamos coger un taxi, no me veía capaz de enfrentarme a la gente. La habitación que me había preparado tenía una ventana que daba a un parque interior de la manzana de casas pero no pusé mucha atención. Una mesa y una estantería con libros al lado de la cama completaba un espacio relajante y alegre. Nora se había encargado de recoger mis cosas del hotel. Me senté encima de la cama y ya no tuve ganas de hacer nada más. Una vez por semana debería volver al hospital a hacer la sesión de quimio. Me dijeron que seguramente perdería el cabello y que me encontraría cansada, tendría náuseas pero eso no era lo peor. Lo peor era no poder volver a casa, sentirme lejos de Montevideo, lejos de todo aquello que me era familiar, cercano. Nora hacía todo lo posible para que me sintiera bien, para que estuviera bien acogida. Recuerdo muy bien aquellos días de lucha constante contra mí, contra yo misma, contra aquella situación que crecía y crecía dentro de mí, como si quisiera invadir y causar un retorno inconcreto, un retorno a la nada, en la primera parte de mi historia, redescubrirme para poder acercarme de esta manera a mi ciudad, a mi vida que había dejado abandonada, a mi soledad de Montevideo. No quería aún comprender lo que me retenía a esta ciudad, lo que me hacía vulnerable, lo que corría por mi cuerpo sin darme la oportunidad de salvarme sin toda aquella cantidad de sustancias tóxicas que circulaban por mis venas, por mi torrente sanguíneo, por mi invariable cuerpo.
Pasaban los días, no quería reconocer los aspectos físicos que estaban cambiando: la caída del cabello, aquella siempre sensación de cansancio injustificada que me postraba en el sofá de casa Nora las horas siguientes de la quimio y el poco tiempo de reaccionar, de concentrar todas mis fuerzas. Yo ya sabía antes de conocerla ,que Nora trabajaba en un centro de niños deficientes, poco momentos después de verla recordé el reportaje de la revista del avión, sus palabras. Era una mujer habladora, cuando llegaba a casa intentaba animarme cuando me veía derrotada en el sofá. Sabía, a pesar de conocerme poco, que para mí estaba siendo muy difícil y lo que no llegaba a entender es que no aceptas mi enfermedad, que no aceptará que no todo es blanco o negro y que lo único que me quedaba ahora no era esperar la muerte a aquel sofá, en ese espacio, entre aquellas cuatro paredes en que me había decidido ocultar de mi propia vida. Nora volvía a casa tarde y siempre me encontraba en el lugar donde me había dejado por la mañana. Yo no colaboraba demasiado por no decir nada a las tareas de la casa y tampoco ponía ninguna voluntad. Un egoísmo enmascarado de miedo me hacía actuar así ante aquella persona que me había acogido en su casa, sin pedir nada, sin pensárselo.
Hasta que un día Nora actuó:
- ¿Piensas pasarte el resto de tu vida pegada en este sofá?. No quisiera ser cruel y entiendo que tu situación es delicada pero no ves que tienes a tu alrededor todo un mundo que sigue girando y que te haría bien. Como puede ser que hayas abandonado todo lo que te interesa, incluso tu trabajo y te decantes por mantenerse en esta postura de mobiliario de comedor. De verdad, no tengo ningún derecho a ponerte contra la espada y la pared pero no puedo ver cómo tiras por la borda esta experiencia. Creía que eras una persona vitalista, Roberto siempre me hablaba de ti como una mujer fuerte y luchadora.
- Ya no recuerdo a esta mujer - le contesté y seguí sentada en el sofá.
Las conversaciones telefónicas con Enrique y Roberto alimentaban mi inquietud por marcharme mientras que los médicos me decían que tenía que acabar el tratamiento. Un pájaro enjaulado, un pensamiento inseguro en un cuerpo enfermo, un espacio cerrado.

SALVEM " EL VERSALLES" (SANT ANDREU)

Ha tancat un dels café-bar més prestigiosos, antics i càlids del meu estimat barri Sant Andreu del Palomar, allà he passat molts dels millors moments de la meva vida. No deixem que desaparegui.

http://www.sant-andreu.com/versalles/index.html

ANTONIO VEGA per a un trist mes de maig

No podia ser un altre tema que tanques el repás mensual a la música de la meva vida, aquest cop una emoció desbordada cada vegada que sento aquesta cançó...

ANTONIO VEGA
A TRABAJOS FORZADOS

lunes, 18 de mayo de 2009

IMATGE DE LA SETMANA


Ayer nos dejó este escritor, poeta y ensayista nacido en el Paso de los Toros (Uruguay) hace ya ochenta y nueve años. Mario Benedetti aferrimo defensor de la libertad preparaba su último poemario. Nosotros los recordaremos por sus palabras siempre tan bien cruzadas con los sentimientos.
La tregua una de sus mejores obras.
También un hasta luego

SUEÑO: LAS TIJERAS DE ORO

Blanco es el color que predomina en mi mente hoy cuando me adentro en el mundo de los sueños, en el mundo paralelo en que vivimos mientras dormimos y que nos aleja de lo cotidiano, de esa otra muerte hacía la que caminamos irreversiblemente.
Es un blanco ofuscador, delatador, poderoso el que tapiza las paredes de esta habitación en la que he me soñado, que me observa como yo la observo a ella, con expectación, sin remordimientos entre sus rincones y mis colecciones de sentimientos que palpitan entre mis recovecos.
En el centro una silla de mimbre, alta, pintada de un rojo escarlata y que engalana sus patas con un delicado dibujo incrustado en la madera. Ese rojo que contrasta con la pared y llama mi atención con descaro.
En el asiento unas tijeras doradas, de un oro infinito, de un oro que fulmina los demás detalles, con un filo largo apresado en dos ojos que me miran.
Ya no puedo salir de allí, una puerta invisible se cierra tras de mí. Estoy encarcelada en mi sueño, en mi mente recubierta de reconstrucciones invariables de habitaciones que he recorrido en todos estos años.
Una voz suave, sin presencia física me reclama, me dice “Ven”. Es la voz de la calma, de esa calma que he buscado tanto en mis noches y que no imaginaba que tuviera voz masculina, que pudiera comunicarse con esa elegancia sofisticada de las voces que te inundan el alma. Una voz hipnotizante, que me seduce, que me recorre y me trasmite esa sensación de paz adquirida, de redención merecida en estas circunstancias.
Y me dejo arrastrar “ven” mientras las tijeras de oro se levantan de la silla y se suspenden en un vals imaginario.
Yo ya no soy yo, me dirijo hacía la silla del centro de la pieza y una fuerza me empuja a sentarme lentamente, a abandonarme a su autoridad mientras escucho las palabras que me susurra. Esas palabras que siempre he querido escuchar y que ahora encuentro allí corroboradas por un silencio que hace más latente su sentido.
De pronto la voz cambia de tono y me pide que desarme la trenza de mi pelo largo y negro, el símbolo encubierto de vitalidad, de mi vida, mi más preciado tesoro que a medida que crece me proporciona más fuerzas para enfrentarme al mundo, me hace grande y digna de todo aquello que puede llegar a ocurrir.
Sigo sus ordenes y dejo que mi pelo se deslice por el respaldo de la silla con suavidad. Lentamente se desplaza en un movimiento ondulatorio hasta que se detiene y ensombrece con su brillo a la silla roja.
Continuo inmóvil en la silla cuando el sonido de las tijeras que parecen haber abandonado su vals aéreo, se abalanzan sobre mi pelo y comienzan a cortarlo. Me es imposible levantarme o hacer cualquier movimiento para zafarme de su filo y no puedo pensar más que en preguntarme porque me está ocurriendo esto ahora a mí. Quien ha dado la orden de que me hagan esto a mí, no puedo entenderlo, no puedo comprender que éste siendo atacada de esta manera mientras empiezan a caer lágrimas de mis ojos, una lágrimas de un azul helado que resbalan por mi semblante y se detienen junto a mi boca.
La tijeras de oro continúan cortando el pelo como si su labor fuera teledirigida y se mueven con gesto presto.
Las finas hebras de cabello cortado no llegan a tocar el suelo sino que sorprendiéndome todavía más, se convierten en minúsculos pájaros de colores exóticos que revolotean por la estancia subiendo hacía el techo de la habitación y luego sobrevolándome en círculos. Sus trinos retumban por el espacio cerrado.
No puedo dejar de pensar en todo lo que está sucediendo mientras siento que las tijeras van acabando de recortar mi pelo hasta que llega un momento en que el silencio vuelve a la habitación.
Las tijeras y los pájaros desaparecen y me quedo sola, allí, sentada en aquella silla, persiguiendo una imagen mental de mi estado actual.
Mis manos se levantan y se dedican a reconocer lo que queda de mi pelo, de esa masa recortada a trasquilones que ahora se presenta como un conjunto desgarbado de cabello.
Cuando devuelvo el brazo a su posición original me doy cuenta de que mi piel ahora es transparente y que mi sangre roja circula por las carreteras arteriales y venosas a un ritmo trepidante. Y no es sólo el brazo lo que parece haber cambiado tan radicalmente de fisonomía. Mis piernas y mi cuerpo bajo la camiseta a rayas también son transparentes. Me sobresalto al mismo tiempo que se apodera de mi una sensación de ansiedad fría e inconexa de vacío no buscado.
Aún me quedaba por descubrir una realidad más cruda, la peor parte de mi malograda figura.
Introduzco mi mano por debajo de la camiseta y encuentro una oquedad a la altura de mi pecho. Un agujero inmenso. Busco el latido de mi corazón pero solo encuentro una duda, un abismo auditivo, el mecanismo que impulsa mi sangre ha sido arrancado. Me siento inerte, muerta, desaparecida, violenta. Una rabia ingobernable me traspasa.
Ahora estoy en la tierra de nadie, en la tierra de los que no tienen nada. Un dolor profundo nace desde mis entrañas, un dolor conocido, insuperable por ninguna fuerza. Ese dolor me acompaña y un grito oscuro sale de mi garganta.
Salgo corriendo de la habitación y me pierdo en el fondo negro de un pasillo que no me lleva a ninguna parte.

martes, 12 de mayo de 2009

IMATGE I COMENTARI DE LA SETMANA


Nos ha dejado Antonio Vega, para mí uno de los mejores compositores y músico; en sus canciones las palabras se mezclaban con la poesía y realidad de su mundo se mostraba desnuda.
Como dijo alguien del que ahora no recuerdo el nombre, "a su peor enemigo lo llevaba dentro" pero no por eso, quedo limitada toda su genialidad.
Yo he crecido con "La chica de ayer" y muchos de sus otros éxitos, he ido a muchos de sus conciertos, he escuchado cientos de veces, tantas veces sus temas... y me emocionado..., también se apaga con esta muerte un trocito de mi corazón.
Pero sólo le quiero decir hasta luego. Nos vemos en el cielo.

viernes, 1 de mayo de 2009