La estatua de piedra desciendo de su pedestal y se adentro en el bosque. Por un instante se sintio diferente, viva. Reconoció el sonido del viento y el canto de los pájaros. El cielo de un azul intenso le deslumbro y continuo caminando, arrastrando sus pesados pies, sus vestiduras de piedra vieja y musgo adherido. Había decidido ir al encuentro de un corazón.
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Una cena, dos amigos y unos momentos nunca vividos. Gracias.
Estatua de piedra... con corazón de carne. Feliz Año, Homeless!!!
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