martes, 15 de enero de 2013

El HOMBRE QUE NO TENÍA SECRETOS

Sueño. Silencio. Calma. Un mundo fuera que fluye tras la ventana de un pequeño comedor. Detrás muy cerca, otro mundo que duerme, que descansa, que se reconstituye, que se afianza.
En el comedor, una pared que respira, que convive con ese hombre, ese mundo que duerme al lado.
Una pared que conoce todos sus secretos y que vive su vida, que le comprende y que le recuerda cada día hacía donde va.
Cada mañana el hombre entra en el comedor. La pared le observa, mientras el hombre se toma un té y planifica sus movimientos diarios.
Hace meses que el hombre hizo de la pared su refugio, inicio una comunicación necesaria con el mundo que fluye tras la ventana, dibujando unos símbolos vitales. Esa interacción despertó a la pared, respiró y se manifestó dándole al mensaje del hombre un nuevo símbolo inesperado. Una noche completó un trozo más del enigma de la existencia del hombre.
El hombre lo tomó como una nueva señal, extrañado, no pudiendo imaginar quién había dibujado ese nuevo símbolo. Finalmente se dejo llevar por lo incomprensible, la pared le acompañaba en su devenir.
El mensaje y el final de la historia sólo lo conocen el hombre y la pared.

No hay comentarios:

Publicar un comentario