jueves, 27 de marzo de 2008

POR FAVOR, PASE A RECOGER EL TIQUET DE SU CITA PREVIA

El doctor Medina fue quien le dio la noticia. Se armó de valor e intentó no causar un trauma mucho más grande del que inicialmente le provocaría.
-Le quedan tres meses- anunció.
Octavio Ramos se dejó caer en el sofá del consultorio, totalmente alterado por la nueva.
No podía creerlo, pero afrontó la noticia y salió por la puerta dándole las gracias al doctor.
Dado el escaso tiempo que le quedaba para disfrutar de su nueva situación de jubilación anticipada, decidió prepararse para la otra vida que le llegaría en poco tiempo, para su cambio de ubicación en la Tierra.
Estaba totalmente aterrado con la idea de dejar aquí todas sus pertenencias, de despojarse de todo aquello que le había costado conseguir más de 20 años de trabajo.
Le quedaba poco tiempo. Pero no lo desperdició. El examen de conciencia sobre su vida fue claro y tomó decisiones que en poco tiempo repercutirían en su nuevo estado.
Consultó con un constructor conocido suyo y le pidió un presupuesto para construir un bunker de 200 metros cuadrados, donde alojaría todas sus posesiones.
Para ello compró un terrenito en la zona sur de Alcobendas. Se hizo construir un panteón subterráneo con entradas de luz exterior para sentir cada mañana como los rayos sol bañaban su nueva morada. Eso si una tumba con aire acondicionado y calefacción por control remoto y habitaciones para colocar todos sus objetos personales más queridos: sus libros, sus fotografías, sus espejos, sus trajes de Emidio Tucci, sus cremas y lociones para cara y cabello, sus discos, su radio y su home cinema...
No dejó si quiera la más mínima pizca de polvo fuera y lo introdujo todo junto en los compartimentos preparados.
En su planteamiento no encontró ninguna duda, se divorciaría de su mujer y buscaría a la mujer perfecta mediante un casting y previo contrato le juraría un sí para toda la vida eterna.
Era tal su afán de poseerlo todo que hasta embotelló aire de la Sierra y agua del mar por si en esa otra vida lo pudiera utilizar. Quiso grabar su voz y hasta hacer un video sobre su vida y su familia, para que nunca fuera olvidado, con esa necesidad de perdurabilidad que nos tienta a los humanos.
Pensó en sus amigos y les pidió a todos ellos que le escribieran cartas y que le regalaran una fotografía y un objeto personal que formaría parte de su inventario de posesiones, para así poseer también un trocito de sus vidas.
Pidió un crédito y recorrió el mundo entero en un mes: viajó en elefante por la India, atravesó Estados Unidos de punta a punta, comió carne cruda con los esquimales del polo, se fue de safari a Namibia, se bañó en oro en un spa de la Patagonía y estuvo con los monjes budistas de Lathsa, recibió los favores de una geisha en Japón y esquió en Australia; probó la carne de murciélago, de hormiga y las gambas gigantes de la Polinesia.
No dejo ningún cabo suelto, preparándose para aquel día que ya no estuviera allí. Se despidió de su jefe con una amplia sonrisa una tarde de lluvia. Recogió todas sus cosas y no dejo allí ni un resto de goma.

Se subió en su coche. Fue a buscar a su nueva princesa y se dirigió hacía su nuevo hogar, dulce hogar. Estacionó el coche en el aparcamiento. Cerró por último todas las puertas.
Y esa misma noche le vino a visitar la muerte.

1 comentario:

  1. No se si me encanta o me aterra. En cualquier caso mueve cosas. ¿Porqué siempre dilatamos el tiempo para tomar decisiones? Aunque sean las decisiones de un loco.

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