Ray Loriga
Ya sólo habla de amor
Una entrevista de:
IRENE SERRANO
MADRID.- Charlar con Ray Loriga es una suerte. Un escritor ácido y tierno a partes iguales no se encuentra todos los días. Nos recibe sentado en una silla de mimbre en la terraza del hotel Vincci Soho de Madrid. Hace sol y un microclima algo particular convierte el espacio en cómodo, agradable. Contesta entre trago y trago de cerveza. Es mediodía, "la mejor hora para esto", dice el escritor madrileño.
Está de promoción de su última novela, 'Ya sólo habla de amor' (Alfaguara), que sale a la venta el 8 de octubre. ¿Nervioso por la reacción del público? "Si he llegado hasta aquí, no creo que este libro me vaya a matar. Lo paso mal cuando entrego el manuscrito, cuando ya se va a imprimir y no se puede cambiar nada", comenta el escritor, que acumula siete novelas, dos relatos, cinco guiones y un cuento infantil a sus espaldas.
El libro es un monólogo interior en tercera persona en el que se "cuenta la historia de un hombre que se niega a moverse en ninguna dirección, y las razones que le han llevado hasta ahí. La razón de no dar un paso es el amor y la razón para no hacerlo también. Se encuentra en una paradoja que no puede descifrar. Es un hombre que se mueve sólo por amor y por amor no puede moverse", explica Ray. Sebastián, el protagonista, es un escritor cuarentón recién divorciado que no acaba de superar su nueva situación. Un enamorado clásico, de ésos que quieren morir de amor "pero como no lo consigue, tiene que seguir andando", puntualiza su creador.
Quien triunfara con tan sólo 25 años con 'Lo peor de todo' —que reedita ahora Alfaguara— habla sorprendentemente claro y pausado, con una voz radiofónica, agradable, oculto tras sus gafas Ray-Ban —de las que no se desprende aunque no haga sol—, para comentar que este nuevo libro "es un CSI de las emociones, un estudio forense de los sentimientos, en un momento en el que un hombre está detenido entre dos, y piensa que no puede seguir andando sin entender lo que ha caminado hasta entonces".
El contexto en el que se desarrolla la acción, que en su mayoría son recuerdos y reflexiones, es una fiesta en la Embajada de Suiza, el peor lugar para alguien que, como Sebastián, no está dotado para la danza: "Es el espacio perfecto para lo que quería contar", afirma. "La idea de un hombre que está donde todo el mundo baila y suena la música, y su incapacidad para unirse a esa realidad es parte de su problema". Recinto al que ha acudido con una mujer de la que pretende enamorarse, aunque sin mucha suerte.
Una fémina le acompaña, otra le ha abandonado, dos son sus hijas, y una es su hermana. No hay duda de que el universo de Sebastián está compuesto por mujeres. "Sí, en gran medida porque mi vida es así. Vivo rodeado de mujeres y siempre he buscado más la compañía de las mujeres que la de los hombres. De hecho, la única afición que tengo que me separa de las mujeres es el fútbol. Nunca me han agradado las reuniones sólo de hombres, si en una habitación no hay mujeres para mí es como si me faltara el aire. No me gustan los grupos estrictamente masculinos", explica Loriga.
Es durante esta recepción en la Embajada cuando comienza la reflexión del personaje, que vive entre lo irreal y lo tangible, "una enfermedad que tenemos los que nos dedicamos a la ficción", puntualiza el autor, "que es inventarnos ese otro lado del espejo, para luego darnos cuenta que ese otro lado del espejo, en este lado no nos ayuda. Yo tampoco puedo vivir sin el otro lado del espejo". Pero en el lado de real e incapaz de imaginar cualquier cosa, sí que se sitúa el otro personaje con voz del libro, Christian, un suizo con quien mantiene un diálogo digno de toda alabanza —se nota que Ray es, además, guionista—.
La novela, pues, se trata de un collage de pensamientos y vivencias, de las que el propio Ray quiere desmarcarse: "Utilicé la tercera persona para dar un paso atrás sobre un individuo que había disfrazado de mí mismo de alguna manera; con mi edad, escritor, con algunas circunstancias que me han sucedido a mí". Porque, aunque pueda parecerlo, no se trata de un exorcismo, como bien dice Sebastián en un punto. "Una novela es una novela. No tiene nada que ver en la vida", a lo que él añade que "la vida no es literatura, la literatura es una narración sobre la vida, la vida imaginada, no es un acta notarial. Ni siquiera las autobiografías son del todo reales, todo lo que se ha escrito tiene una parte de ficción y de realidad". No vayan a confundirse...
IRENE SERRANO
MADRID.- Charlar con Ray Loriga es una suerte. Un escritor ácido y tierno a partes iguales no se encuentra todos los días. Nos recibe sentado en una silla de mimbre en la terraza del hotel Vincci Soho de Madrid. Hace sol y un microclima algo particular convierte el espacio en cómodo, agradable. Contesta entre trago y trago de cerveza. Es mediodía, "la mejor hora para esto", dice el escritor madrileño.
Está de promoción de su última novela, 'Ya sólo habla de amor' (Alfaguara), que sale a la venta el 8 de octubre. ¿Nervioso por la reacción del público? "Si he llegado hasta aquí, no creo que este libro me vaya a matar. Lo paso mal cuando entrego el manuscrito, cuando ya se va a imprimir y no se puede cambiar nada", comenta el escritor, que acumula siete novelas, dos relatos, cinco guiones y un cuento infantil a sus espaldas.
El libro es un monólogo interior en tercera persona en el que se "cuenta la historia de un hombre que se niega a moverse en ninguna dirección, y las razones que le han llevado hasta ahí. La razón de no dar un paso es el amor y la razón para no hacerlo también. Se encuentra en una paradoja que no puede descifrar. Es un hombre que se mueve sólo por amor y por amor no puede moverse", explica Ray. Sebastián, el protagonista, es un escritor cuarentón recién divorciado que no acaba de superar su nueva situación. Un enamorado clásico, de ésos que quieren morir de amor "pero como no lo consigue, tiene que seguir andando", puntualiza su creador.
Quien triunfara con tan sólo 25 años con 'Lo peor de todo' —que reedita ahora Alfaguara— habla sorprendentemente claro y pausado, con una voz radiofónica, agradable, oculto tras sus gafas Ray-Ban —de las que no se desprende aunque no haga sol—, para comentar que este nuevo libro "es un CSI de las emociones, un estudio forense de los sentimientos, en un momento en el que un hombre está detenido entre dos, y piensa que no puede seguir andando sin entender lo que ha caminado hasta entonces".
El contexto en el que se desarrolla la acción, que en su mayoría son recuerdos y reflexiones, es una fiesta en la Embajada de Suiza, el peor lugar para alguien que, como Sebastián, no está dotado para la danza: "Es el espacio perfecto para lo que quería contar", afirma. "La idea de un hombre que está donde todo el mundo baila y suena la música, y su incapacidad para unirse a esa realidad es parte de su problema". Recinto al que ha acudido con una mujer de la que pretende enamorarse, aunque sin mucha suerte.
Una fémina le acompaña, otra le ha abandonado, dos son sus hijas, y una es su hermana. No hay duda de que el universo de Sebastián está compuesto por mujeres. "Sí, en gran medida porque mi vida es así. Vivo rodeado de mujeres y siempre he buscado más la compañía de las mujeres que la de los hombres. De hecho, la única afición que tengo que me separa de las mujeres es el fútbol. Nunca me han agradado las reuniones sólo de hombres, si en una habitación no hay mujeres para mí es como si me faltara el aire. No me gustan los grupos estrictamente masculinos", explica Loriga.
Es durante esta recepción en la Embajada cuando comienza la reflexión del personaje, que vive entre lo irreal y lo tangible, "una enfermedad que tenemos los que nos dedicamos a la ficción", puntualiza el autor, "que es inventarnos ese otro lado del espejo, para luego darnos cuenta que ese otro lado del espejo, en este lado no nos ayuda. Yo tampoco puedo vivir sin el otro lado del espejo". Pero en el lado de real e incapaz de imaginar cualquier cosa, sí que se sitúa el otro personaje con voz del libro, Christian, un suizo con quien mantiene un diálogo digno de toda alabanza —se nota que Ray es, además, guionista—.
La novela, pues, se trata de un collage de pensamientos y vivencias, de las que el propio Ray quiere desmarcarse: "Utilicé la tercera persona para dar un paso atrás sobre un individuo que había disfrazado de mí mismo de alguna manera; con mi edad, escritor, con algunas circunstancias que me han sucedido a mí". Porque, aunque pueda parecerlo, no se trata de un exorcismo, como bien dice Sebastián en un punto. "Una novela es una novela. No tiene nada que ver en la vida", a lo que él añade que "la vida no es literatura, la literatura es una narración sobre la vida, la vida imaginada, no es un acta notarial. Ni siquiera las autobiografías son del todo reales, todo lo que se ha escrito tiene una parte de ficción y de realidad". No vayan a confundirse...
(video sobre l'escriptor)
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