ESPIRITU NAVIDEÑO

El viernes pasado se produjo el alumbrado típico de las calles de esta mi ciudad, Barcelona, para inagurar oficialmente la temporada navideña. Y si, ya tenemos aquí, otra vez la Navidad. Pero al hacerse uno mayor y perdonen ustedes por introducir este tema recurrentemente (es que en verdad me comienzo a sentir mayor), uno se da cuenta de que tipo de Navidades te encuentras paseando por las calles.
Se producen un incremento de un 100 % de los músicos ambulantes (no tengo nada contra los músicos, me encantan y me encantaria que aparte del día de la música, se creeran espacios donde la gente, pudiera disfrutar de la música en la calle), de las ONG o no-ONG,o otras asociaciones , mutilados y de las mujeres del Este vestidas con sus faldillas y pañuelos.
Y cuando te asaltan uno de estos grupos más de 3 veces al día y ya has intentando no sentirte culpable por no entregar ni un euro ni subscribirte a ningún programa en los países en desarrollo, te acabas sintiendo eso, culpable, porque en algún momento de ese día o de otro día, cruzarás al otro lado de la Plaza Catalunya, el lado dorado y alegre de estos días (consumismo disfrazado de fiestas), para comprar a veces tantas cosas innecesarias.
Y a parte de que este año, tampoco nos acompañará el señor calvo del anuncio televisivo de la Loteria Nacional y que los precios nos dejaran más que congelados, a parte de eso, me entristece cada día la poca tolerancia que nos tenemos entre nosotros, los que nos llamamos seres racionales y humanos y la que tampoco tenemos con los animales.
Ayer por la noche cuando volvía a casa un hombre le pegaba patadas desconsideradamente a su pensemos, querido perro, hasta tal punto que el animal acabo arrastrándose por el suelo mientras unos chicos recriminaban su conducta al hombre que sin inmutarse continuo calle abajo. O bien esta mañana en los ferrocarriles de la Generalitat, dos personas (un hombre y una mujer) insultándose y amenazándose a grito pelado por un asunto que ni les iba ni les venía, total, se han acabado diciendo de todo y me he avergonzado de mi misma. Lema de este año tolerancia cero. O bien, que en un forn de pa céntrico del cual no voy a decidir el nombre, todo lo que se produce y no se vende, se tira. Si, he dicho bien, se tira y a veces es el 50%.

Por eso, este año en mi carta a los Reyes Magos, voy a pedir la cosa más importante en el mundo: paz, tolerancia y que me traigan algún propósito bueno para el año que viene.
A ver, si de esta manera el año que viene puedo hablar más positivamente de estas fiestas y darme cuenta de que todo lo bueno empieza por uno mismo.
Pues a aplicarse la lección y no desfallecer en el intento.