miércoles, 30 de mayo de 2012

De vuelta del sur

Esta vez el sur, mi sur, me atrapo a destiempo, en un fugaz paseo por esos campos ahora verdes, salpicados de pinceladas rojas. Un silencio antiguo inmortalizado en mi retina y unos pies desnudos, cansados de recorrer esos caminos.
El majestuoso y viejo sabinar se recupera poco a poco de las heridas del hombre y barre la memoria de los transeúntes de antaño.

Esta vez me he refugiado de mis recuerdos y no he traspasado la linde de esos omnipresentes años.
No he podido resistir la tentación de robarle, arrebatarle a esa tierra roja, seca y vasta un árbol, de arrancarle a traición un elemento que me transporte de vez en cuando allí. La grieta que se ha formado entre nosotros dos, que me separa de ese paisaje sangra, se resquebraja y cada vez es más profunda. No quiero que se convierta en un abismo de golpe y que el traumático olvido se transforme en una cicatriz mal curada.

Cuando el árbol crezca y se haga grande, cuando un día descanse bajo su sombra y el vientecillo me desordene lo vivido, te explicaré una larga historia de vacaciones de verano.

1 comentario:

  1. "Hay en el mundo unas islas que ejercen sobre los viajeros una irresistible y misteriosa fascinación. Pocos son los hombres que las abandonan después de haberlas conocido; la mayoría dejan que sus cabellos se vuelvan blancos en los mismos lugares donde desembarcaron; hasta el día de su muerte, a la sombra de las palmeras, bajo los vientos alisios, algunos acarician el sueño de un regreso al país natal que jamás cumplirán. Esas islas son las Islas del Sur. Cuentan que en ellas estuvo en tiempos el Paraíso" (Víctor Erice, El Sur, 1983).

    El Sur también existe...

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