viernes, 26 de febrero de 2010

MI NOCHE

Cuando la ciudad duerme, los carteles luminosos y los edificios altos van apagándose uno a uno, luz a luz, se apacigua el ir y venir de personas, el ruido de los coches que recorren las grandes avenidas como desertores del ejército diurno se minimizan, me atrapa la oscuridad. Me asomo a la terraza de la planta decimoquinta del hotel Regency en Ammán, me apoyo sobre el barandal y  me doy cuenta del poder que tiene sobre mí la noche.
Ese espacio en qué la reflexión se entrega a los brazos de otro tiempo, de otra situación y la fantasía se adueña de mis sentidos y me veo recorriendo el mundo sin despegar los pies de esos dos metros cuadrados, sin moverme físicamente pero plenamente consciente de que ese silencio, ese distanciamiento del mundo me hace libre. Me devuelve a la esencia y me encuentro conmigo misma, sin máscaras, sin palabras de más, sin protestas, sin resentimientos, sin preocupaciones, sin buscar más allá de todo lo que no puedo responder, ni responderme. El momento más bello en la vida de un ser humano. Cuando uno se percata de qué lo lejano está alcance de su mano, de qué es posible llegar a conocer esa parte de uno mismo que está siempre en paz.
La noche es el mejor lugar para sacar todo aquello que uno guarda para las buenas ocasiones, para vivir despierto.
El sueño nunca ha sido un buen aliado de mis noches y se lo agradezco, me considero privilegiada, me regala unas horas más para disfrutar de los mejores placeres de la vida: un aguacero, un té con cardamomo sentada en las escaleras que llevan al cielo, un nocturno paseo en bicicleta por mi ciudad, unos farolillos que se consumen en una mesa de un local vacío, unas calles recién regadas por la patrulla de limpieza…
Esa fue una de las noches de mis días, porque para mí las noches son los días. Pone de manifiesto como quiero ser y cómo me siento. Cómo es mi vida realmente, comparable a un vagar por las calles del barrio viejo cuando sales de un cine con una sonrisa que ilumina tus ojos.

4 comentarios:

  1. "En una noche oscura,
    con ansias, en amores inflamada,
    ¡oh dichosa ventura!,
    salí sin ser notada
    estando ya mi casa sosegada.

    A oscuras y segura,
    por la secreta escala, disfrazada,
    ¡oh dichosa ventura!,
    a oscuras y en celada,
    estando ya mi casa sosegada.

    En la noche dichosa,
    en secreto, que nadie me veía,
    ni yo miraba cosa,
    sin otra luz y guía
    sino la que en el corazón ardía".
    San Juan de la Cruz

    Hay muchas noches,
    oscuras y luminosas,
    del alma y de la mente,
    pero tu texto es muy sugerente,
    evocador,
    sincero,
    visual,
    bonito
    y
    estupendo:
    "Esa fue una de las noches de mis días, porque para mí las noches son los días".

    Cada día escribes mejor
    (o cada noche...)

    Anónimo Juanan

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  2. Aunque para mí la noche no es urbana, es montuna, de croares y aullidos, en el fondo es lo mismo, es donde puedes estar a solas contigo mismo, donde te encuentras desnudo ante tu verdad, sin artificios ni malas artes.
    Por esto me ha gustado tu retrato de la ciudad dormida, menos uno, y ese uno eres tu.

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  3. No siempre se corresponde el autor con el personaje/s de las historias

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  4. Bueno, eso demuestra que lo que cuentas es creíble, lo cual creo, que está más que bien. Saludos

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