Volver a casa, aunque sólo sea para divisar la montaña que me vio crecer y despeinar los sentidos sin remordimientos.
Sentarme bajo una sabina y descansar por un rato los ojos en la ribera de árboles elegantes.
Tomar aliento en las calles en cuesta y contemplar como desapareces con el sol.
Someter mis recuerdos a una traición interminable.
Romper mi cuaderno de dibujo y volver a empezar. Retomar lo abandonado y no desvanecerme ante un paisaje que no me comprende.
No conciliar el sueño sin mezclarme con los trigos verdes de los campos.
Serenar el espíritu con la copa de tus labios.
No pisar los antiguos caminos.
Vivir sabiendo que no puedes oírme, que no puedes escuchar el sonido, el estruendo del cierzo sobre la ropa tendida que repica contra la pared.
No volver a escribir hasta que el alma desangrada me lo pida, hasta que la conciencia de la vida y de lo no perdurable me golpee contra la realidad.
Gritar muy fuerte por dentro hasta que el cielo se apague y la noche me alcance.
Vuelve,
ResponderEliminarvuelve a gritar,
vuelve a dibujar,
vuelve a tomar conciencia,
vuelve a escribir,
vuelve a recordar.
Vuelve.