PUNTO Y FINAL

Se acabó. Ayer di carpetazo a la última página del (voy a llamarle ) “primer libro”  por el momento, aunque no me lo crea todavía.
Un proceso de dos años y medio con altibajos, miradas hacía dentro y hacía fuera.
Con un gran maestro detrás (gracias Edson) y con mucha gente delante animando.
Llegó el tiempo de separarse de Celia Olivares (que se convierte en mi primer personaje de ficción). Debo olvidarla por el momento, desprenderme de ella, aunque el sábado pasado en la línea azul “Verdaguer” me la cruzara con su melena pelirroja y su cámara fotográfica al hombro. Quizás un último adiós.
¿Qué se siente?
Un vacío, un vacío muy grande y un “sé que lo podría haber hecho mejor” tras lecturas y lecturas pasada la medianoche, nunca llegas a decir “terminado”, siempre dando vueltas y más vuelta por las páginas. No consigo estar nunca realmente satisfecho con lo que hago.
No soy escritor, ni tan sólo lo pretendo. Sólo soy un humilde hacedor de palabras, un aprendiz, como siempre.
Era una deuda pendiente conmigo mismo, con la necesidad de expresar, de calibrar mis fuerzas, de medirme delante del papel. Nada más.
Una experiencia, una historia que narrar.
Mañana registro (ya sabré si me puedo quedar con el título que he escogido o bien tengo que cambiarlo). Después de esto, la novela, esas ciento ochenta y cinco hojas, tienen que encontrar su sitio, su espacio.
Por ahora me quedaré aquí sentado frente a un nuevo papel, esperando a que mis nuevos personajes llamen a la puerta aunque por el momento no me atrevo a predecir a dónde me llevara la nueva historia que atesoro.