No, no es real. No me acabo de tomar ese frasco de pastillas. No me acabo de fumar un paquete de cigarrillos entero. No me entretengo delante del espejo mirando mis desechos.
He cogido el teléfono y te he llamado desesperadamente para vomitarte mis miedos. Como siempre, para explicarte como me siento. Para decirte que esta vez va ser la última, la última vez que hablamos.
Y te he dicho que lo voy a hacer esta noche. Que me voy para siempre, para siempre. Voy a desaparecer, a acabar con todo de una vez.
He escogido esta dulce madrugada. Lo he intentando todo y tú sabes que Jacob, nos permite hacerlo. Cada uno puede cumplir su misión en el momento que uno crea conveniente.
Sólo quería escuchar tu voz por última vez. La única voz de la cual quiero despedirme. Sé, que me prometiste que no tratarías de evitarlo. Pero saldrás a buscarme en cuánto cuelgues el teléfono.
Yo ya estaré lejos.
Cruzaré la ciudad en mi coche, fugaz como el relámpago, con la música a todo volumen y totalmente descontrolada por el alcohol; cantando esa canción de The Cure que tanto me angustia.
Y llegaré a esa curva donde la carretera se abraza al mar y cerraré los ojos. Pisaré a fondo el acelerador y me lanzaré al vacío. Me precipitaré gritando.
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