Siento miedo, estoy aterrorizada ante esta situación. Sé que mis dedos son insensibles y no me transmiten nada, estoy paralizada, bloqueada, cohibida, extraña. No sé en que clase de bicho raro me he convertido porque este acto tan simple de tocar, se ha convertido en una prueba insuperable. Es lo peor cosa que me pueden pedir, prefiero ser totalmente sincera verbalmente aunque esto destroce mi imagen, que tocar a nadie, para mi es una tarea ardua. Aquí descubro mi manera de conocer la realidad, siempre desde esa distancia auto-impuesta por exigencias del guión. Vuelvo a intentarlo por tercera vez, comienzo por la parte superior de la cara, he cerrado los ojos y así es más fácil. No puedo definir lo que siento con las palabras que querría. Su pelo largo y sus rizos elásticos caen sobre su frente. Una piel fina, confiada, joven, sin arrugas, cálida a al vez. He llegado a las cejas, pobladas y una cicatriz en su ceja izquierda como un surco de arado.
Sus ojos son pequeños y sus pestañas son muy largas. Su nariz pequeña, huesuda y sus orejas también pequeñas y suaves. Y he llegado a su barba, me gusta mucho el contacto con su barba, es una cosa que no me imaginaba posible, pero me da unas ganas tremendas de quedarme allí tocándole la barba todo el día. Comienzo a confiar en lo que hago pero siempre desde la distancia, no me concentro. Ahora paso los dedos por encima de sus labios, carnosos y lisos y continuo por su barbilla y su cuello que es otro de los sitios donde me gustaría quedarme. Tiene un cuello largo, que casi puede rodear con mis manos. Es en conjunto una sensación extraña como si me apoderara por un momento de otro ser, el contacto más libre que puedes tener con otra persona. Y finalmente descubro que me gusta demasiado.
Fragmento escrito con tacto,
ResponderEliminaracariciando las palabras,
sin manosear el ritmo,
haciéndonos palpar las imágenes,
tocando la fibra,
llevándonos de la mano para mejor percibir la escena:
tienes buena mano -¿mano de santa?-y piel fina para moldear historias táctiles sin quedarte en la epidermis de las cosas.
¡En hora buena!
Anónimo Juanan