martes, 4 de diciembre de 2012

Ella, ese amor no correspondido

Cuando perdimos el contacto hace tres semanas ya supe que no podría vivir sin ella, sin su compañía, sin su necesidad constante, sin sus silencios proyectados.
Nos presentaron casi hace ya más de una década y como todas las relaciones en un comienzo fueron de descubrimiento, de convivencia, de amistad.
Cada uno tenía su espacio propio, pero veía inconscientemente que ella me iba absorbiendo poco a poco, que sus atenciones requerían cada día un poco más de mi esfuerzo, un poco más de mí.
Para mi fue duro permitirle que no sólo pudiera yo disfrutar de sus encantos (aunque hay que reconocerlo que a veces, su frialdad barre mis pensamientos).
Nunca se quiso comprometer conmigo.
Cuando me di cuenta de que tenía muchos otros amantes, ya estaba perdido, confundido y solicitaba sus servicios con mayor asiduidad.                                                                                                         
Para mí se ha convertido en una droga, de la que nunca hubiera creído tener tanta dependencia.
Muchas han sido las ocasiones que he querido cortar esta relación malsana pero cada vez que enciendo el ordenador, me siento delante de la pantalla, crece la adrenalina en mis venas y no puedo zafarme de su poder, de su magnetismo de piedra.
De esa curiosidad que enciende mis ánimos.
Finalmente Ono (conocida fibra óptica, que tiene un departamento telefónico/averías del cual podría escribir infinidad de posts) después de tres semanas de batallas me devolvió la conexión.
Hoy me siento pobre, podrido, poseído y tristemente prisionero de una impersonal dama que se llama internet.

1 comentario:

  1. Internet es como el agua: si no la tienes en casa habrás de salir a buscarla fuera... La de tiempo y dinero que me he gastado en locutorios del barrio para poder disfrutar de este artículo de primera necesidad!!! Me ha encantado el post, Homeless, podrías dedicarte al relato corto... de suspense.

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