jueves, 24 de diciembre de 2009

ESCENA VII: PAISAJES DE CIUDAD

Escena VII: Paisajes de ciudad

Ella miraba el plato vacío, recorría mentalmente las líneas concéntricas que decoraban la porcelana. Él jugaba con los cubiertos nerviosamente. Todo estaba dicho, el intercambio de agravios y puñales verbales había durado diez minutos. No quedaba nada para compartir y el postre se convirtió en un agrio fracaso bañado en chocolate fondant.
¿Qué les llevó a ese final? ¿Qué desencadenó la tormenta de manifestaciones estereotipadas?
¿Cómo se rompió esa velada? ¿Quién erradicó del encuentro el cielo?
La mujer se levantó silenciosamente de la mesa, compuso su falda y recogió el desgobierno de sus sentimientos mientras se entretenía sacando los platos.
Él permaneció sentado, ofuscado, nunca fue un buen goleador para aprovechar y salvar oportunidades.
De pronto algo les hizo percatarse de una presencia.
Al levantar la vista y mirar hacía el exterior les sorprendió el aplauso mudo de un transeúnte que miraba hacía el interior del escaparate.
Él se levantó, apagó la lámpara y los dos salieron del comedor-muestra por separado.

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