lunes, 6 de abril de 2009

TRANSBORDOS EMOCIONALES

Relats curts TMB
3ª edició

www.relatscurts.tmb.cat

Los transbordos de mi vida me llevaron a Barcelona. Las sucesivas migraciones de un hombre que se deja observar por su pasado, me devolvieron de nuevo al punto de partida de mi viaje.
Ahora mis movimientos se alojan entre las estaciones del metro de esta ciudad. Entre las paradas físicas de cada una de las líneas que conforman una telaraña tridimensional de colores y que pueden llegar a vivir, a coleccionar cada día miles de historias, de entrecruzar las existencias de miles de personas.
No me di cuenta de mi extraña metamorfosis hasta que un día bajando por las escaleras de la estación de Urquinaona pareció abalanzarse sobre mí un chico cargado con una gran mochila y la vista fija en el suelo. Pero cual fue mi sorpresa, me sentí traspasado por su cuerpo, por un cuerpo material, sin causar en mí dolor ni sufrimiento, sentí su naturaleza humana que en unos segundos me transfirió su calor, pero no me pasó nada y asombrado, atolondrado, continué descendiendo nerviosamente las escaleras. Me giré un momento para ver cómo aquel chico desaparecía por el pasillo sin más. No me lo podía creer, no daba crédito al incidente.
En el andén me situé delante de una persona con el único objetivo de molestarla, de cerciorarme que pasaba también inadvertido. Moví los brazos, piernas y pies, todo el cuerpo, pero no dio resultado, no parecía tampoco verme. Nadie se daba cuenta de mi presencia y allí estaba yo en el andén, preso de una invisibilidad que no podía llegar a entender; quizás era transitoria, quizás no podría nunca más librarme de ella me preguntaba yo; quedaría allí atrapado en el mundo del metro. O quizás era un toque de atención hacía mi alrededor, hacía ese futuro olvidado que no me planteaba.
Llegó el convoy, se abrieron las puertas, las personas salieron y entraron con celeridad del vagón y decidí proseguir con mi trayecto diario programado antes de tan raro suceso.
Descubrí que esta invisibilidad me daba el poder de escuchar las conversaciones sin tener miedo a ser observado, de sentir en mi piel las preocupaciones, las alegrías, las necesidades. Los temas de actualidad se mezclaban con las declaraciones de amor, con los pensamientos silenciosos de los ancianos, los correteos y risas de los niños, los nuevos cuentos infantiles de las madres, las lecturas concentradas de libros, los solitarios refugiados en su música, el abrir y cerrar de las puertas y el sonido de aviso del metro que se despedía de cada estación. Por un momento me sentí acompañado y no solamente por mi soledad. Por primera vez en mucho tiempo escuché hablar a mi corazón.
Llegué a la estación de Fabra i Puig y cuando me enfrentaba a subir los últimos peldaños antes de salir a la calle, de llegar a la oficina, buscando explicaciones para mi jefe mentalmente, intentando imaginarme como lograr hacer comprensible lo incomprensible, me percaté que volvía a ser perceptible al chocar con una mujer que entraba al metro y que me preguntó si me pasaba algo, si necesitaba ayuda, al verme tan despistado y acelerado.
Le pregunté a otra señora que hora era y su respuesta me dio la confirmación. Volvía a ser visible.
Entonces todo cobró sentido para mí, creía haber encontrado la razón de aquel acontecimiento pero tenía que seguir buscando mi nuevo camino.
Poco a poco dí media vuelta, volví a bajar las escaleras y me adentré en la estación, dejándome abrazar por aquella invisibilidad que me ofrecía el metro.

1 comentario:

  1. Una canción de Mecano, una peli de Bruce Willis, un increíble hombre menguante...
    El relato transmite a quien quiera hacer transbordo en su línea.

    Just a small town girl,
    living in a lonely world.
    She took the midnight train going anywhere.


    Don't stop believing...

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