Golpe de doble efecto
Un suave cosquilleo que bajaba por su brazo sacó de un profundo sueño a Belinda. El hombre que dormía a su lado planeaba entre dos cielos colmados: el del sexo y el del alcohol.Una araña, una delgada masa de ocho patas de barquillo quebradizo, de cuerpo liso y negro continuaba deslizándose por la suave piel de la mujer.
Sin saberlo, esta araña se convertiría en la protagonista de una escena fatal de madrugada.
El cuerpo felino y atlético de Belinda descansaba sobre la cama , sus atigradas facciones, sus ojos verdes transparentes y su nariz de botón le daban un aspecto insconcientemente inhumano, de una espectacular fuerza y atractivo magnético.
Belinda confundió con el suave juego de la araña la carícia de su acompañante nocturno; y al abrir los ojos y verla, la sacudió del brazo histéricamente sin pensarlo dos veces. Saltó espeluznada fuera de la cama con un gritito agónico y estridente que no casaba de ninguna manera con su imagen. El incidente despertó al hombre mientras la araña se movía entre las sábanas, ajena al espectáculo del rincón de la habitación.
-Matala, matala- gritaba Belinda acongojada mientras se tapaba el rostro con las dos manos y se subía encima de una silla.
En ese momento sonó el teléfono y el hombre se lanzó a coger el auricular para responder a la llamada olvidándose de la araña.
Sin permitir que el hombre articulará palabra una voz masculina propuso sin más desde el otro lado del auricular:
- Belinda ¿quieres casarte conmigo?
- No se puede poner, un momento que voy a preguntárselo.
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