A un árbol triste y encanecido
Me dueles. Ahora y aquí a tu lado. Siento tus entrañas malheridas, tu tronco cuarteado en su base, buscando un nuevo aire que respirar, como si tu vestido te asfixiará, como si buscarás escapar de algo.
Te remueves y estremeces como mi corazón, palpitas.
Te arrebato un trozo de áspera, oscura y envejecida corteza y tu sangre enferma humedece mis dedos. Esa savia blanca, que fluye vertiginosamente.
Te observo en un plano picado. Has crecido, tus hojas espinosas ya no son de color verde enaltecido. Mis manos te acarician, recorren tus sinuosas y rugosas oquedades, tu recto cuerpo. Llego hasta tus robustos brazos, que no pueden abrazar.
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