La vida te lleva por caminos raros
por la esquina mas perdida de los mapas
por canciones que tú nunca has cantado
la vida te lleva por caminos raros.
La vida se acerca con los labios pintados
te elige siempre y se larga con otros
y así vamos siempre dando vueltas
la vida te elije con los labios pintados
Siempre hay algún bar que se llama Las Vegas
en alguna parte, en alguna parte
y siempre hay algún trozo averiado del día
que no puedes borrar pero te gustaría.
Siempre voy al bar del aeropuerto
cuando quiero ponerme triste
y siempre pido y nunca tienen
aquellas galletitas de la suerte.
Mirando las gotas estrellarse
como golondrinas en la noche
como pequeños sueños con el ala rota
como pequeños sueños con el ala rota.
Dime qué hay detrás de esas sonrisas tan tristes
un motor que no funciona o sólo corazones rotos
es mejor un cielo acostumbrado a defraudar
que fábricas de anhelos esparcidas en la noche.
Es mejor unos labios tristes
que cien aviones despegando
y es mucho mejor mi vida
si tú estás dentro.
Quique González
La vida te lleva por caminos raros
No sé que hago aquí, en este mundo virtual.Quizás un reto. sólo me puedo definir como un ser en constante movimiento, callejeando por la vida.¿A dónde me llevará? Tampoco lo sé.Pero ya lo acabaré descubriendo.
sábado, 26 de enero de 2008
jueves, 24 de enero de 2008
CARAMEL
Beirut enquadra la vida de 5 dones, 5 històries relacionades amb un saló de bellesa. Cinc històries que val molt la pena descobrir i que ens omplen de coneixement. Una estona divertida que fa que puguen parlar del bon cinema libanés i d'una gran directora Nadine Labaki.
Pocs recursos però ben dirigits.
miércoles, 23 de enero de 2008
EN LA SALA DE TORTURAS LIGERAS
Para todo hay una primera vez y mi primera vez en la sala de las torturas ligeras fue decepcionante, muy decepcionante.
El mundo cambió de situación, entré en otra dimensión, en la dimensión en la que el único músculo que no se mueve, que no se ejercita (a primera vista) es el cerebro; si así se le puede definir, no sin falta de sarcasmo.
Y no estoy hablando de ningún antro de perdición de los nuevos escritores, que ya me gustaría a mi gozar de un Café Gijón o de un 4 Gats, al más puro estilo del siglo XXI, donde conversar, divagar y viciarse con las charlas de poetas y prosistas. No, estoy hablando de la sala de máquinas de mi gimnasio.
Ya os podéis imaginar a Homeless disfrazado de deportista de ciudad (porque nunca me he considerado deportista, sólo una cabra que tira al monte y disfruta del paisaje) entrando por la puerta y horrorizandose nada más, atravesar el umbral.
Toda una serie de cuerpos en el suelo y encima de las máquinas de tortura ligera más inverosímiles para mi, intentando coordinarse y martirizarse para perder unas calorías y tener unos cuerpos DANONE (viva la vigorexia) con el sonido espectral de las máquinas como hilo musical.
Y os preguntareis que hacia un animal de blog en tal berenjenal. Yo nada más me había propuesto hacer unos cuántos kilómetros de bicicleta estática antes de meterme en la piscina como parte de mi entrenamiento semanal para mantenerme mínimamente en forma.
Pero la impresión fue brutal y ya desde el primero momento, quise no haber entrado nunca por esa puerta y esfumarme con un clic. Pero no, tuve que sortear todo tipo de máquinas imposibles y de personas deportizandose, sintiéndome como pingüino en arena y al fin, al fondo, escondida la única bicicleta que quedaba libre y yo que me dispongo a deportizarme también.
Pero ante mí, la duda me asaltó de nuevo ¿cómo funciona esta máquina? porque para un ser de la Edad de Piedra, tiene su qué. En la pantalla: programa manual, automático, con control cardiaco, peso, tiempo, calorías....Tanto botón. Después de una larga exploración, escogí un programa manual de 20 minutos, intensidad 5 y me puse los cascos. Quique González desde el cd, con su “La vida te lleva por caminos raros” se unía a mi pedaleo. No era el mejor compañero para este momento y no me ayudaba a desconectarme del triste paisaje humano que contemplaba reflejado en la ventana, mientras en la calle la noche inmensamente negra me descubría a la mujer cargada con las bolsas del supermercado que se para a descansar cinco minutos antes de continuar su camino de subida, al ciclista solitario que veloz atraviesa la calle y al hombre que busca en el container, con sus equilibrios de gimnasta apagado. Todos ellos ejemplos duros de una siempre presente contradicción.
Desande el camino y salí por la puerta de puntillas. Al bajar las escaleras hacía el vestuario me sentí ya mejor. El sonido de las máquinas quedaba atrás, contenido y parapetado por la puerta.
En resumen: 20 minutos después de un programa de bicicleta estática, camiseta sudada, piernas destrozadas, 13 calorías gastadas según el monitor, que no dan ni para disfrutar de una cerveza fresca. Y ya otra vez con el bañador enfundado, gafas y gorro, una extraña sensación de desubicación y desamparo que llevarme al agua.
El mundo cambió de situación, entré en otra dimensión, en la dimensión en la que el único músculo que no se mueve, que no se ejercita (a primera vista) es el cerebro; si así se le puede definir, no sin falta de sarcasmo.
Y no estoy hablando de ningún antro de perdición de los nuevos escritores, que ya me gustaría a mi gozar de un Café Gijón o de un 4 Gats, al más puro estilo del siglo XXI, donde conversar, divagar y viciarse con las charlas de poetas y prosistas. No, estoy hablando de la sala de máquinas de mi gimnasio.
Ya os podéis imaginar a Homeless disfrazado de deportista de ciudad (porque nunca me he considerado deportista, sólo una cabra que tira al monte y disfruta del paisaje) entrando por la puerta y horrorizandose nada más, atravesar el umbral.
Toda una serie de cuerpos en el suelo y encima de las máquinas de tortura ligera más inverosímiles para mi, intentando coordinarse y martirizarse para perder unas calorías y tener unos cuerpos DANONE (viva la vigorexia) con el sonido espectral de las máquinas como hilo musical.
Y os preguntareis que hacia un animal de blog en tal berenjenal. Yo nada más me había propuesto hacer unos cuántos kilómetros de bicicleta estática antes de meterme en la piscina como parte de mi entrenamiento semanal para mantenerme mínimamente en forma.
Pero la impresión fue brutal y ya desde el primero momento, quise no haber entrado nunca por esa puerta y esfumarme con un clic. Pero no, tuve que sortear todo tipo de máquinas imposibles y de personas deportizandose, sintiéndome como pingüino en arena y al fin, al fondo, escondida la única bicicleta que quedaba libre y yo que me dispongo a deportizarme también.
Pero ante mí, la duda me asaltó de nuevo ¿cómo funciona esta máquina? porque para un ser de la Edad de Piedra, tiene su qué. En la pantalla: programa manual, automático, con control cardiaco, peso, tiempo, calorías....Tanto botón. Después de una larga exploración, escogí un programa manual de 20 minutos, intensidad 5 y me puse los cascos. Quique González desde el cd, con su “La vida te lleva por caminos raros” se unía a mi pedaleo. No era el mejor compañero para este momento y no me ayudaba a desconectarme del triste paisaje humano que contemplaba reflejado en la ventana, mientras en la calle la noche inmensamente negra me descubría a la mujer cargada con las bolsas del supermercado que se para a descansar cinco minutos antes de continuar su camino de subida, al ciclista solitario que veloz atraviesa la calle y al hombre que busca en el container, con sus equilibrios de gimnasta apagado. Todos ellos ejemplos duros de una siempre presente contradicción.
Desande el camino y salí por la puerta de puntillas. Al bajar las escaleras hacía el vestuario me sentí ya mejor. El sonido de las máquinas quedaba atrás, contenido y parapetado por la puerta.
En resumen: 20 minutos después de un programa de bicicleta estática, camiseta sudada, piernas destrozadas, 13 calorías gastadas según el monitor, que no dan ni para disfrutar de una cerveza fresca. Y ya otra vez con el bañador enfundado, gafas y gorro, una extraña sensación de desubicación y desamparo que llevarme al agua.
IMATGE DE LA SETMANA
lunes, 14 de enero de 2008
LA TORRE DE LA DÉFENSE
Teatre Lliure
20.30 h
Tota una sèrie de situacions inverosímils (una boa constrictor al wàter, una gavina totalment exhausta que remonta el Sena fins al pis a on uns amics celebren Cap d’Any, una sorprenent nevada a sobre de la taula del sopar, un crim, un helicòpter de la municipalitat s’esdavella contra un gratacels del barri, uns focs artificials a Les Tulleries i un incendi devastador) envolten aquest text de Copi, creat en una época transgressora i que ara queda una mica desfassat, davant d’una situació actual en que no ens escandalitzen per res ni per ningú.
Els personatges es passegen per l’escenari en la més reconfortant nuesa quan ja no queda més a vèncer, quan les mirades diuen més que les paraules i l’absurda realitat ho denuncia tot.
L’ homosexualitat com a primer referent màxim: les relacions entre aquests personatges, com viu cadascun la seva homosexualitat des de diferents personalitats i una veina estrafalaria.
Uns actors: Chantal Aimée, Rubèn Ametllé, Joan Carreras, Tony Corvillo, Julio Manrique i Andrew Tarbet, que borden uns papers que salven perfectament al text i ens fan sentir en molts moments dintre d’una aboràgine d’esdeveniments trepidants que ens fan recapacitar sobre la societat actual.
Surts tant descol.locat de la sala, que un ja no s’enrecorda del poc humans que podem arribar a ser, quan les situacions es tornen extremes.
Un torre poc desfensable ara.
20.30 h
Tota una sèrie de situacions inverosímils (una boa constrictor al wàter, una gavina totalment exhausta que remonta el Sena fins al pis a on uns amics celebren Cap d’Any, una sorprenent nevada a sobre de la taula del sopar, un crim, un helicòpter de la municipalitat s’esdavella contra un gratacels del barri, uns focs artificials a Les Tulleries i un incendi devastador) envolten aquest text de Copi, creat en una época transgressora i que ara queda una mica desfassat, davant d’una situació actual en que no ens escandalitzen per res ni per ningú.
Els personatges es passegen per l’escenari en la més reconfortant nuesa quan ja no queda més a vèncer, quan les mirades diuen més que les paraules i l’absurda realitat ho denuncia tot.
L’ homosexualitat com a primer referent màxim: les relacions entre aquests personatges, com viu cadascun la seva homosexualitat des de diferents personalitats i una veina estrafalaria.
Uns actors: Chantal Aimée, Rubèn Ametllé, Joan Carreras, Tony Corvillo, Julio Manrique i Andrew Tarbet, que borden uns papers que salven perfectament al text i ens fan sentir en molts moments dintre d’una aboràgine d’esdeveniments trepidants que ens fan recapacitar sobre la societat actual.
Surts tant descol.locat de la sala, que un ja no s’enrecorda del poc humans que podem arribar a ser, quan les situacions es tornen extremes.
Un torre poc desfensable ara.
viernes, 11 de enero de 2008
FENT PAÍS: L' ESCRIPTOR CONVIDAT
Tinc el gran honor i el gran plaer de convidar a un gran amic, a un gran escriptor: l'Òscar, a aquest calaix-aplec de lletres i de pensaments. Vam compartir un curs de literatura a les Golfes del Golferichs i els dos ens vam animar a presentar-nos a un concurs literari del barri de St. Antoni. Vam compartir moltes hores d'il.lusió i xerrada literària.
Fa uns dies li vaig demanar que m'enviés un dels seus textos i ell m'ha regalat un dels seus tresors. Espero que us agradi tant com a mi i que ho gaudiu molt.
Gràcies Òscar.
El verso perfecto
El tiempo es relativo. Los mejores años de tu vida pasan en un suspiro y cuando quieres darte cuenta, ya peinas canas. Dejas de ser el mismo y cualquier caída tonta te rompe una pierna por tres partes. Y entonces, las horas, las semanas de recuperación, postrado en una cama de hospital son relativamente eternas. Sensiblemente eternas.
Toda mi vida la he dedicado a escribir. He publicado varias novelas y algún libro de poesía. No soy un gran escritor pero sobrevivo con ello, y para mi eso ya es más de lo que hubiese podido imaginar. Adoro escribir, es lo que he hecho siempre. En cualquier momento, en cualquier lugar, cualquier cosa que pase por mi mente, cualquier idea que valga la pena materializar en un trozo de papel. Papel y tinta, escaso equipaje. Siempre los llevo encima. Bueno, casi siempre.
Cierta noche de aséptico insomnio, a los pocos días de mi ingreso, abandonada toda tentativa de conciliar el sueño, decidí dedicarme a juntar palabras hasta caer rendido. O, al menos, es lo que creía. Porque, para mi sorpresa, no tenía ni un triste folio en blanco, ninguna libreta vacía. Busqué y rebusqué en mis bolsillos pero, con aquella desesperación de las dos de la mañana, tan sólo hallé una pequeña hoja de papel con una lista de la compra olvidada escrita en una cara. La contemplé irritado y estaba a punto de arrugarla y hacerla volar hasta la papelera cuando una idea cruzó mi mente. ¿Qué pasaría si nunca más volviera a disponer de otra cosa para escribir que aquel pequeño trozo de papel? ¿Para qué lo utilizaría, sabiendo que es el único? ¿Qué anhelo, pensamiento, pequeña historia plasmaría en él? ¿Qué palabras elegiría para llenarlo?
Empecé a darle vueltas a aquella idea y, finalmente, decidí escribir un poema, el más bello poema que pudiese condensarse en tan escasos versos: el poema perfecto.
Comencé por plantearme sobre qué tema versaría mi obra. ¿El amor? Demasiado manido. ¿La belleza? Quizá un hospital no sea el mejor sitio para inspirarse sobre ese tema. ¿El dolor, la tristeza, las miserias humanas? Me considero una persona bastante positiva, por lo tanto, mi idea de la perfección no es precisamente pesimista. Debía escribir sobre algo más positivo, algo que, en el breve lapso que durase su lectura, embargase al lector con un sentimiento profundo, intenso. Bien es cierto también que los sentimientos más fuertes, los que más transmiten, suelen ser más bien negativos: el dolor, la tristeza, el odio,… A menudo son los motores más potentes de los actos de los hombres y pervierten y contaminan las emociones más puras. ¿Acaso el amor, cuando es tan vehemente, no conduce casi siempre hacia la destrucción más devastadora? ¿No es acaso el dolor, lo que nos lleva a cometer los actos más atroces? Pero no. Decidí desechar de mi mente pensamientos tan negros. No quería que mi poema fuese una oda a la muerte. Quería transmitir algo más poderoso, más allá del bien y el mal, aunar lo bello y lo horrendo en escasas palabras, la luz y la sombra. Sí, si quería componer el poema perfecto, debía incluir algo de ambos mundos cuya mezcla, por otra parte, es la que rige nuestra existencia.
Suspiré cansado, contemplé aquel pedazo de papel en la penumbra de mi cuarto y a punto estuve de romperlo y olvidar todo aquel asunto. Aquella era una tarea imposible, al menos para mí. No me sentía capaz de destilar en tan poco espacio la esencia del mundo, de comprimir todo lo que podía decir sobre…
Desperté a la mañana siguiente, con la pequeña hoja todavía en mi mano. Al final, me había quedado dormido. Recordé mi propósito de la noche anterior y, ahora, a la luz del día, me pareció casi ridículo, algo totalmente utópico. Me reí de mi propia inocencia. ¿Cómo iba yo a ser capaz de componer algo tan sublime? Abatido, convine que estaba fuera de mi alcance. ¿O no? ¿Porqué abandonar la carrera antes de empezar? ¿Porqué dar por perdida la lucha sin presentar batalla? Me propuse seguir adelante mi tarea. Durante las semanas de convalecencia dentro y fuera del hospital, rodaron por mi mente cientos de versos, miles de combinaciones de sustantivos y adjetivos, de verbos y adverbios. Uní rimas asonantes, versos de métrica imposible. Busqué en todos los libros de poesía que había leído alguna referencia, un punto de partida. Releí y descubrí a grandes y pequeños autores, intenté aprender de todos ellos para luego conformar mi propia visión. No saqué nada en claro, nada que pudiera satisfacer mis ansias. Poco a poco, me fui retrayendo, ahondé en mi ser buscando y buscando, exprimiéndome, arrancándome las entrañas y revolviendo en ellas. Rememoré recuerdos sepultados en mi mente, sentimientos que ni yo sabía que estaban ahí: amores y odios. Reviví momentos dulces y felices y trágicos y horribles. Afronté mis miserias y todo aquello a lo que siempre había temido, todo lo que nunca hubiese querido admitir, pensar, vivir, sentir, sufrir, afrontar. Mis temores, mis miserias.
Repasé mi vida y mi mundo, toda mi existencia pasada y presente. Pasaron los días, los meses, y yo me hundía más y más en mi mismo y en mi impotencia para llevar a cabo lo que me había propuesto.
Y llegaron las dudas sobre mi habilidad para escribir y sobre mí mismo. Saboreé el fracaso más estrepitoso en forma de la otra cara en blanco de una mísera lista de la compra. Era imposible, era incapaz de arrancarme ni una sola letra con la que llenar aquel espacio tan mínimo que cabía en la palma de mi mano. Y caí en la más amarga indolencia. Me aparté de mi familia y de mis amigos, me recluí en mi casa incapaz de enfrentarme al mundo. Vi pasar mis días aferrado a una hoja vacía.
Cuando ahora pienso en aquel tiempo me parece todo tan absurdo… ¿De qué sirve desperdiciar esta existencia tan corta buscando la perfección, si con ello dejamos de vivir, de sentir la vida? ¿De qué sirve intentar alcanzar lo sublime si sólo somos una amalgama de imperfecciones, de contradicciones, de aristas toscas y formas inciertas? ¿Para qué intentar explicar en un puñado de palabras el sabor del amor, el olor del mar, la caricia de una melodía, el sonido de la felicidad, la visión de la vida, si con ello dejamos de percibirlos? ¿Cómo comprimir en una única cápsula todo el universo y mostrárselo al mundo? ¿Se pude conseguir con herramientas tan burdas como el lenguaje que usamos? ¿Puede plasmarse en un papel el color de un sueño? Y lo más importante, ¿es necesario? No, absolutamente no.
Finalmente, decidí que no valía la pena. Ya lo dije al principio, soy un ser positivo. Y también pragmático. Retomé mis antiguos proyectos, menos excelsos pero definitivamente más gratificantes para mí. Puede parecer conformista, yo lo llamaría realista, más bien. De todos modos, uno debe conocer y reconocer sus limitaciones. Mi descenso a los infiernos (mis propios infiernos) me sirvieron para explorar y cartografiar la selva de mi alma, antes salvaje y desconocida, que a punto estuvo de engullirme. Y ahora puedo reconocer sin vergüenza que no puedo escribir el poema perfecto, que no soy un gran escritor, ni falta que me hace. Tan sólo soy un simple ser humano.
Ah, por cierto, todavía guardo, un poco arrugada, la lista de la compra. Nunca se sabe para qué va a necesitar uno un trozo de papel.
Fa uns dies li vaig demanar que m'enviés un dels seus textos i ell m'ha regalat un dels seus tresors. Espero que us agradi tant com a mi i que ho gaudiu molt.
Gràcies Òscar.
El verso perfecto
El tiempo es relativo. Los mejores años de tu vida pasan en un suspiro y cuando quieres darte cuenta, ya peinas canas. Dejas de ser el mismo y cualquier caída tonta te rompe una pierna por tres partes. Y entonces, las horas, las semanas de recuperación, postrado en una cama de hospital son relativamente eternas. Sensiblemente eternas.
Toda mi vida la he dedicado a escribir. He publicado varias novelas y algún libro de poesía. No soy un gran escritor pero sobrevivo con ello, y para mi eso ya es más de lo que hubiese podido imaginar. Adoro escribir, es lo que he hecho siempre. En cualquier momento, en cualquier lugar, cualquier cosa que pase por mi mente, cualquier idea que valga la pena materializar en un trozo de papel. Papel y tinta, escaso equipaje. Siempre los llevo encima. Bueno, casi siempre.
Cierta noche de aséptico insomnio, a los pocos días de mi ingreso, abandonada toda tentativa de conciliar el sueño, decidí dedicarme a juntar palabras hasta caer rendido. O, al menos, es lo que creía. Porque, para mi sorpresa, no tenía ni un triste folio en blanco, ninguna libreta vacía. Busqué y rebusqué en mis bolsillos pero, con aquella desesperación de las dos de la mañana, tan sólo hallé una pequeña hoja de papel con una lista de la compra olvidada escrita en una cara. La contemplé irritado y estaba a punto de arrugarla y hacerla volar hasta la papelera cuando una idea cruzó mi mente. ¿Qué pasaría si nunca más volviera a disponer de otra cosa para escribir que aquel pequeño trozo de papel? ¿Para qué lo utilizaría, sabiendo que es el único? ¿Qué anhelo, pensamiento, pequeña historia plasmaría en él? ¿Qué palabras elegiría para llenarlo?
Empecé a darle vueltas a aquella idea y, finalmente, decidí escribir un poema, el más bello poema que pudiese condensarse en tan escasos versos: el poema perfecto.
Comencé por plantearme sobre qué tema versaría mi obra. ¿El amor? Demasiado manido. ¿La belleza? Quizá un hospital no sea el mejor sitio para inspirarse sobre ese tema. ¿El dolor, la tristeza, las miserias humanas? Me considero una persona bastante positiva, por lo tanto, mi idea de la perfección no es precisamente pesimista. Debía escribir sobre algo más positivo, algo que, en el breve lapso que durase su lectura, embargase al lector con un sentimiento profundo, intenso. Bien es cierto también que los sentimientos más fuertes, los que más transmiten, suelen ser más bien negativos: el dolor, la tristeza, el odio,… A menudo son los motores más potentes de los actos de los hombres y pervierten y contaminan las emociones más puras. ¿Acaso el amor, cuando es tan vehemente, no conduce casi siempre hacia la destrucción más devastadora? ¿No es acaso el dolor, lo que nos lleva a cometer los actos más atroces? Pero no. Decidí desechar de mi mente pensamientos tan negros. No quería que mi poema fuese una oda a la muerte. Quería transmitir algo más poderoso, más allá del bien y el mal, aunar lo bello y lo horrendo en escasas palabras, la luz y la sombra. Sí, si quería componer el poema perfecto, debía incluir algo de ambos mundos cuya mezcla, por otra parte, es la que rige nuestra existencia.
Suspiré cansado, contemplé aquel pedazo de papel en la penumbra de mi cuarto y a punto estuve de romperlo y olvidar todo aquel asunto. Aquella era una tarea imposible, al menos para mí. No me sentía capaz de destilar en tan poco espacio la esencia del mundo, de comprimir todo lo que podía decir sobre…
Desperté a la mañana siguiente, con la pequeña hoja todavía en mi mano. Al final, me había quedado dormido. Recordé mi propósito de la noche anterior y, ahora, a la luz del día, me pareció casi ridículo, algo totalmente utópico. Me reí de mi propia inocencia. ¿Cómo iba yo a ser capaz de componer algo tan sublime? Abatido, convine que estaba fuera de mi alcance. ¿O no? ¿Porqué abandonar la carrera antes de empezar? ¿Porqué dar por perdida la lucha sin presentar batalla? Me propuse seguir adelante mi tarea. Durante las semanas de convalecencia dentro y fuera del hospital, rodaron por mi mente cientos de versos, miles de combinaciones de sustantivos y adjetivos, de verbos y adverbios. Uní rimas asonantes, versos de métrica imposible. Busqué en todos los libros de poesía que había leído alguna referencia, un punto de partida. Releí y descubrí a grandes y pequeños autores, intenté aprender de todos ellos para luego conformar mi propia visión. No saqué nada en claro, nada que pudiera satisfacer mis ansias. Poco a poco, me fui retrayendo, ahondé en mi ser buscando y buscando, exprimiéndome, arrancándome las entrañas y revolviendo en ellas. Rememoré recuerdos sepultados en mi mente, sentimientos que ni yo sabía que estaban ahí: amores y odios. Reviví momentos dulces y felices y trágicos y horribles. Afronté mis miserias y todo aquello a lo que siempre había temido, todo lo que nunca hubiese querido admitir, pensar, vivir, sentir, sufrir, afrontar. Mis temores, mis miserias.
Repasé mi vida y mi mundo, toda mi existencia pasada y presente. Pasaron los días, los meses, y yo me hundía más y más en mi mismo y en mi impotencia para llevar a cabo lo que me había propuesto.
Y llegaron las dudas sobre mi habilidad para escribir y sobre mí mismo. Saboreé el fracaso más estrepitoso en forma de la otra cara en blanco de una mísera lista de la compra. Era imposible, era incapaz de arrancarme ni una sola letra con la que llenar aquel espacio tan mínimo que cabía en la palma de mi mano. Y caí en la más amarga indolencia. Me aparté de mi familia y de mis amigos, me recluí en mi casa incapaz de enfrentarme al mundo. Vi pasar mis días aferrado a una hoja vacía.
Cuando ahora pienso en aquel tiempo me parece todo tan absurdo… ¿De qué sirve desperdiciar esta existencia tan corta buscando la perfección, si con ello dejamos de vivir, de sentir la vida? ¿De qué sirve intentar alcanzar lo sublime si sólo somos una amalgama de imperfecciones, de contradicciones, de aristas toscas y formas inciertas? ¿Para qué intentar explicar en un puñado de palabras el sabor del amor, el olor del mar, la caricia de una melodía, el sonido de la felicidad, la visión de la vida, si con ello dejamos de percibirlos? ¿Cómo comprimir en una única cápsula todo el universo y mostrárselo al mundo? ¿Se pude conseguir con herramientas tan burdas como el lenguaje que usamos? ¿Puede plasmarse en un papel el color de un sueño? Y lo más importante, ¿es necesario? No, absolutamente no.
Finalmente, decidí que no valía la pena. Ya lo dije al principio, soy un ser positivo. Y también pragmático. Retomé mis antiguos proyectos, menos excelsos pero definitivamente más gratificantes para mí. Puede parecer conformista, yo lo llamaría realista, más bien. De todos modos, uno debe conocer y reconocer sus limitaciones. Mi descenso a los infiernos (mis propios infiernos) me sirvieron para explorar y cartografiar la selva de mi alma, antes salvaje y desconocida, que a punto estuvo de engullirme. Y ahora puedo reconocer sin vergüenza que no puedo escribir el poema perfecto, que no soy un gran escritor, ni falta que me hace. Tan sólo soy un simple ser humano.
Ah, por cierto, todavía guardo, un poco arrugada, la lista de la compra. Nunca se sabe para qué va a necesitar uno un trozo de papel.
sábado, 5 de enero de 2008
BENVOLGUDA MERCÈ RODOREDA
En l'any del centenari del seu neixement (10 octubre del 1908) cal recordar a una de les dames de la literatura catalana.
Recuperant la 26 ª edició de la seva obra "La Plaça del Diamant" aquests dies, un percep l'importància d'aquest llibre, la novela catalana més difosa de tots els temps. La Colometa testimoni de l'història de Catalunya, d'una història que ens pertany.
LECCIONES DE REALIDAD: FRAGMENTO
Siento miedo, estoy aterrorizada ante esta situación. Sé que mis dedos son insensibles y no me transmiten nada, estoy paralizada, bloqueada, cohibida, extraña. No sé en que clase de bicho raro me he convertido porque este acto tan simple de tocar, se ha convertido en una prueba insuperable. Es lo peor cosa que me pueden pedir, prefiero ser totalmente sincera verbalmente aunque esto destroce mi imagen, que tocar a nadie, para mi es una tarea ardua. Aquí descubro mi manera de conocer la realidad, siempre desde esa distancia auto-impuesta por exigencias del guión. Vuelvo a intentarlo por tercera vez, comienzo por la parte superior de la cara, he cerrado los ojos y así es más fácil. No puedo definir lo que siento con las palabras que querría. Su pelo largo y sus rizos elásticos caen sobre su frente.. Una piel fina, confiada, joven, sin arrugas, cálida a al vez. He llegado a las cejas, pobladas y una cicatriz en su ceja izquierda como un surco de arado.
Sus ojos son pequeños y sus pestañas son muy largas. Su nariz pequeña, huesuda y sus orejas también pequeñas y suaves. Y he llegado a su barba, me gusta mucho el contacto con su barba, es una cosa que no me imaginaba posible, pero me da unas ganas tremendas de quedarme allí tocándole la barba todo el día. Comienzo a confiar en lo que hago pero siempre desde la distancia, no me concentro. Ahora paso los dedos por encima de sus labios, carnosos y lisos y continuo por su barbilla y su cuello que es otro de los sitios donde me gustaría quedarme. Tiene un cuello largo, que casi puede rodear con mis manos. Es en conjunto una sensación extraña como si me apoderara por un momento de otro ser, el contacto más libre que puedes tener con otra persona. Y finalmente descubro que me gusta demasiado.
Sus ojos son pequeños y sus pestañas son muy largas. Su nariz pequeña, huesuda y sus orejas también pequeñas y suaves. Y he llegado a su barba, me gusta mucho el contacto con su barba, es una cosa que no me imaginaba posible, pero me da unas ganas tremendas de quedarme allí tocándole la barba todo el día. Comienzo a confiar en lo que hago pero siempre desde la distancia, no me concentro. Ahora paso los dedos por encima de sus labios, carnosos y lisos y continuo por su barbilla y su cuello que es otro de los sitios donde me gustaría quedarme. Tiene un cuello largo, que casi puede rodear con mis manos. Es en conjunto una sensación extraña como si me apoderara por un momento de otro ser, el contacto más libre que puedes tener con otra persona. Y finalmente descubro que me gusta demasiado.
miércoles, 2 de enero de 2008
CAMINS......
Avui incorporo una nova secció, a aquesta ja caixa de tot- blog. Perquè crec que no hi ha manera més bona de conèixer el nostre país que caminant. I aprofitant els recursos que ens ofereix la Diputació, he visitat el Parc del Montnegre i el Corredor, per endinsar-me dintre d’una de les valls més maques que he vist mai: la Vall d’Olzinelles.
S’ha de dir que va ser tota una aventura trobar el punt d’inici de l’excursió. Com a informació per trobar-ho aviat, s’ha d’entrar a St.Celoni i després agafar la carretera d’Olzinelles, travessar el pont de la Tordera, agafar una pista que surt a l’esquerra, paral.lela a l’autopista i continuar fins a un pas sota l’autopista. Llavors anar a l’esquerra i allà està can Draper.
L’excursió és impactant, el silenci i els boscos de fantàstics exemplars d’arbres de tot tipus, sobretot mediterranis, et transporta a una epóca medieval com si estiguessin compartint històries amb en Serrallonga o bé dintre dels boscos de Els Pilars de la Terra,. Els ponts i els corriols fan gaudir dels paisatge encara més.
Els arbres monumentals de la ruta, destacar els plataners de l’Aranyal, són impressionants.
El camí és fácil, sense cap tipus de problema i es troba senyalitzat amb fites de color verd-blanc. Apte per a tots i molt recomanable.
S’ha de dir que va ser tota una aventura trobar el punt d’inici de l’excursió. Com a informació per trobar-ho aviat, s’ha d’entrar a St.Celoni i després agafar la carretera d’Olzinelles, travessar el pont de la Tordera, agafar una pista que surt a l’esquerra, paral.lela a l’autopista i continuar fins a un pas sota l’autopista. Llavors anar a l’esquerra i allà està can Draper.
L’excursió és impactant, el silenci i els boscos de fantàstics exemplars d’arbres de tot tipus, sobretot mediterranis, et transporta a una epóca medieval com si estiguessin compartint històries amb en Serrallonga o bé dintre dels boscos de Els Pilars de la Terra,. Els ponts i els corriols fan gaudir dels paisatge encara més.
Els arbres monumentals de la ruta, destacar els plataners de l’Aranyal, són impressionants.
El camí és fácil, sense cap tipus de problema i es troba senyalitzat amb fites de color verd-blanc. Apte per a tots i molt recomanable.
La vall d'Olzinelles.
Coneguem l'entorn de Sant Celoni i la Batlloria
Longitud: 8,5 km Durada: 3 hores i 30 minuts.
Longitud: 8,5 km Durada: 3 hores i 30 minuts.
Dificultat: Excursió llarga i agradable per camins amples i corriols de pendent suau.
L'itinerari és senyalitzat com a sender local (blanc sobre verd) en fites de fusta. Al llarg del camí es troben plafons informatius dels diferents elements d'interès.
Recomanacions: exclusiu per a vianants i recomanable per a tots els públics. En cas de cansament, des de Sant Esteve es pot tornar enrere tot desfent el camí. Cal mantenir la tranquil·litat de l´entorn i no llençar-hi deixalles de cap mena.
La vall d'Olzinelles
Des del pont de la carretera BV-5112 per sobre la Tordera, a l´entrada de Sant Celoni, s'agafa la pista de l'esquerra fins al pas per sota l´autopista AP-7. Es travessa l'autopista i es continua uns metres a l'esquerra fins a can Draper, on hi ha el plafó d'inici de l'itinerari. A partir d'aquí, si s'ha vingut en cotxe cal aparcar-lo per fer el recorregut a peu.
Aquest itinerari s´introdueix a la vall d'Olzinelles seguint la riera fins a l'ermita de Sant Esteve d'Olzinelles. Després travessa la riera, penetra pel sot de les Mines, s'enfila als Quatre Camins i retorna a can Draper pel sot de la Remor.
Can Draper i la vall d'Olzinelles
Can Draper és una casa pairal del 1860. Des d'aquí es pot veure l'inici de la vall d'Olzinelles, que es troba al vessant oest del massís del Montnegre. En temps passats havia estat molt transitada i humanitzada.
Des del roure de can Draper cal prendre el camí que s'endinsa cap a la vall. Només desviarem la ruta paral·lela a la riera per visitar el pou de glaç de can Draper, pocs minuts després de començar l'itinerari. Després, cal continuar el camí que va pujant a poc a poc per la vall. Quan s´arriba a la carretera d'Olzinelles, es creua i es continua pel caminoi paral·lel i a pocs metres de la riera, fins retrobar de nou la carretera d'Olzinelles a l´alçada de can Valls.
La riera d'Olizinelles
La riera d'Olzinelles neix més amunt de ca l'Agustí, sota el Montllorer, i recull les aigües dels múltiples sots que conformen el relleu d´aquest racó del Montnegre i que generen una vall humida i fresca. La verneda és el bosc de ribera propi d'aquesta riera, però també hi ha pollancredes i platanedes. La riera té antigues rescloses que permetien el desviament d'aigua cap als recs i les basses properes. En el camí es troben antics ponts de pedra, com el del camí de can Plana. Una mica més amunt d'aquest pont es troba el pollancre d´Olzinelles, i al final d'aquest camí hi ha el monumental pi insigne de can Valls.
A la vora del pi insigne de can Valls trobem la carretera d'Olzinelles. Abans de continuar l'itinerari es pot recular 50 m per la carretera i fer un descans als entorns de la font de la Pega, a la vora de la qual hi ha les basses i l'alzina de la Pega. També podrem veure els antics forns de la Pega, al marge superior de l'inici del camí d'ús privat de la casa de can Valls.
L'itinerari continua amunt per un corriol al marge dret de la carretera fins al sot de la font del Rector, sobre la qual es troba el conjunt de la parròquia de Sant Esteve d'Olzinelles.
Sant Esteve d'Olzinelles
Una mica enlairada sobre la vall, l'església de Sant Esteve d'Olzinelles ja apareix documentada l´any 1083. L'aspecte actual, però, correspon al segle XVI. El conjunt comprèn també el cementiri, davant l'església, i la rectoria, un bell edifici adossat a l'església i bastit entre els segles XVI i XVII. Per continuar l'itinerari cal baixar fins a la carretera, seguir-la amunt, passar de llarg la font de la Rectoria, i uns metres més enllà baixar per un prat i travessar la riera. Abans de deixar la carretera, però, podem anar a contemplar el pi Gros de can Valls, dos revolts més amunt.
Després de travessar la riera d'Olzinelles cal seguir a l'esquerra pel camí que voreja els camps del quintà de can Valls. Al marge d'aquest camí s'hi troben magnífics exemplars de roure, com el roure del Quintà. De seguida trobarem a mà esquerra el camí que porta a can Valls i que passa pel conjunt de la bassa de l'Aranyal, un indret encantador on hi ha alineats 26 plàtans monumentals i on es pot observar bona part del sistema de recollida i emmagatzematge d´aigua. L'itinerari, però, marxa per la dreta cap al pont de l'Aranyal. Pel camí trobarem la cruïlla de la font de l'Aranyal i diversos arbres d´interès local: el cedre de can Valls, els plàtans i el faig del pont de l'Aranyal.
Els arbres d'Olzinelles
D'entre els elements del patrimoni de la vall d'Olzinelles, els arbres monumentals, notables i singulars, destaquen pel seu gran nombre. L'existència d'aquests arbres no només es deu a factors biològics i ambientals, sinó també al simbolisme que els habitants de la zona han donat a certs individus i a la decisió de plantar i mantenir alguns exemplars pel seu valor estètic. D'aquesta manera, es conserven pins, roures, alzines i alzines sureres de grans dimensions vora els camins de la vall. També s'hi troben espècies ornamentals, com els plàtans, que formen grans conjunts monumentals vora les fonts o basses. L'existència d'alguns peus de faig i de boix grèvol és així mateix destacable, perquè es tracta d´espècies típiques d'ambients centreeuropeus que a Catalunya formen boscos a altituds superiors.
A més dels arbres d'interès local, la presència d'hàbitats poc comuns i ben conservats, com avellanoses, vernedes i lloredes, juntament amb la conservació d'algunes zones de pastura i conreu, fan que la vall d´Olzinelles tingui aquest especial interès botànic i paisatgístic.
Un cop es travessa el pont de l´Aranyal cal agafar el camí que s´endinsa pel sot de les Mines. En arribar al pla de les Mines, s'ha de prendre un desviament a l'esquerra que s'enfila, fent alguna ziga-zaga, fins a Quatre Camins. Cal continuar recte per un camí que inicia un petit descens i, una mica més enllà, torna a pujar fins a la bifurcació amb el camí del sot de Bocs, on s'assoleix el punt més alt del recorregut 320 m). Aquí s'agafa el camí de l'esquerra i comença el descens cap al sot de la Remor.
El sot de la Remor
El sot de la Remor recull les aigües de la petita conca creada pels turons de la Trona del Cego, el turó del Cadastre i el turó dels Republicans, i va a parar a la riera d'Olzinelles poc abans de can Draper. A la seva capçalera s'hi explota la sureda, i a les parts més frescals hi creixen restes de plantacions de pins en antigues feixes.
El camí baixa fent algunes esses, primer per la dreta del sot de la Remor i després per dins del sot, deixant a banda i banda algunes pistes de desembosc. Quan apareixen els camps i les plantacions de la part baixa de la vall d'Olzinelles, cal continuar a la dreta, travessar el torrent del sot de la Remor i continuar pel camí principal fins a la casa de can Draper.
L'itinerari és senyalitzat com a sender local (blanc sobre verd) en fites de fusta. Al llarg del camí es troben plafons informatius dels diferents elements d'interès.
Recomanacions: exclusiu per a vianants i recomanable per a tots els públics. En cas de cansament, des de Sant Esteve es pot tornar enrere tot desfent el camí. Cal mantenir la tranquil·litat de l´entorn i no llençar-hi deixalles de cap mena.
La vall d'Olzinelles
Des del pont de la carretera BV-5112 per sobre la Tordera, a l´entrada de Sant Celoni, s'agafa la pista de l'esquerra fins al pas per sota l´autopista AP-7. Es travessa l'autopista i es continua uns metres a l'esquerra fins a can Draper, on hi ha el plafó d'inici de l'itinerari. A partir d'aquí, si s'ha vingut en cotxe cal aparcar-lo per fer el recorregut a peu.
Aquest itinerari s´introdueix a la vall d'Olzinelles seguint la riera fins a l'ermita de Sant Esteve d'Olzinelles. Després travessa la riera, penetra pel sot de les Mines, s'enfila als Quatre Camins i retorna a can Draper pel sot de la Remor.
Can Draper i la vall d'Olzinelles
Can Draper és una casa pairal del 1860. Des d'aquí es pot veure l'inici de la vall d'Olzinelles, que es troba al vessant oest del massís del Montnegre. En temps passats havia estat molt transitada i humanitzada.
Des del roure de can Draper cal prendre el camí que s'endinsa cap a la vall. Només desviarem la ruta paral·lela a la riera per visitar el pou de glaç de can Draper, pocs minuts després de començar l'itinerari. Després, cal continuar el camí que va pujant a poc a poc per la vall. Quan s´arriba a la carretera d'Olzinelles, es creua i es continua pel caminoi paral·lel i a pocs metres de la riera, fins retrobar de nou la carretera d'Olzinelles a l´alçada de can Valls.
La riera d'Olizinelles
La riera d'Olzinelles neix més amunt de ca l'Agustí, sota el Montllorer, i recull les aigües dels múltiples sots que conformen el relleu d´aquest racó del Montnegre i que generen una vall humida i fresca. La verneda és el bosc de ribera propi d'aquesta riera, però també hi ha pollancredes i platanedes. La riera té antigues rescloses que permetien el desviament d'aigua cap als recs i les basses properes. En el camí es troben antics ponts de pedra, com el del camí de can Plana. Una mica més amunt d'aquest pont es troba el pollancre d´Olzinelles, i al final d'aquest camí hi ha el monumental pi insigne de can Valls.
A la vora del pi insigne de can Valls trobem la carretera d'Olzinelles. Abans de continuar l'itinerari es pot recular 50 m per la carretera i fer un descans als entorns de la font de la Pega, a la vora de la qual hi ha les basses i l'alzina de la Pega. També podrem veure els antics forns de la Pega, al marge superior de l'inici del camí d'ús privat de la casa de can Valls.
L'itinerari continua amunt per un corriol al marge dret de la carretera fins al sot de la font del Rector, sobre la qual es troba el conjunt de la parròquia de Sant Esteve d'Olzinelles.
Sant Esteve d'Olzinelles
Una mica enlairada sobre la vall, l'església de Sant Esteve d'Olzinelles ja apareix documentada l´any 1083. L'aspecte actual, però, correspon al segle XVI. El conjunt comprèn també el cementiri, davant l'església, i la rectoria, un bell edifici adossat a l'església i bastit entre els segles XVI i XVII. Per continuar l'itinerari cal baixar fins a la carretera, seguir-la amunt, passar de llarg la font de la Rectoria, i uns metres més enllà baixar per un prat i travessar la riera. Abans de deixar la carretera, però, podem anar a contemplar el pi Gros de can Valls, dos revolts més amunt.
Després de travessar la riera d'Olzinelles cal seguir a l'esquerra pel camí que voreja els camps del quintà de can Valls. Al marge d'aquest camí s'hi troben magnífics exemplars de roure, com el roure del Quintà. De seguida trobarem a mà esquerra el camí que porta a can Valls i que passa pel conjunt de la bassa de l'Aranyal, un indret encantador on hi ha alineats 26 plàtans monumentals i on es pot observar bona part del sistema de recollida i emmagatzematge d´aigua. L'itinerari, però, marxa per la dreta cap al pont de l'Aranyal. Pel camí trobarem la cruïlla de la font de l'Aranyal i diversos arbres d´interès local: el cedre de can Valls, els plàtans i el faig del pont de l'Aranyal.
Els arbres d'Olzinelles
D'entre els elements del patrimoni de la vall d'Olzinelles, els arbres monumentals, notables i singulars, destaquen pel seu gran nombre. L'existència d'aquests arbres no només es deu a factors biològics i ambientals, sinó també al simbolisme que els habitants de la zona han donat a certs individus i a la decisió de plantar i mantenir alguns exemplars pel seu valor estètic. D'aquesta manera, es conserven pins, roures, alzines i alzines sureres de grans dimensions vora els camins de la vall. També s'hi troben espècies ornamentals, com els plàtans, que formen grans conjunts monumentals vora les fonts o basses. L'existència d'alguns peus de faig i de boix grèvol és així mateix destacable, perquè es tracta d´espècies típiques d'ambients centreeuropeus que a Catalunya formen boscos a altituds superiors.
A més dels arbres d'interès local, la presència d'hàbitats poc comuns i ben conservats, com avellanoses, vernedes i lloredes, juntament amb la conservació d'algunes zones de pastura i conreu, fan que la vall d´Olzinelles tingui aquest especial interès botànic i paisatgístic.
Un cop es travessa el pont de l´Aranyal cal agafar el camí que s´endinsa pel sot de les Mines. En arribar al pla de les Mines, s'ha de prendre un desviament a l'esquerra que s'enfila, fent alguna ziga-zaga, fins a Quatre Camins. Cal continuar recte per un camí que inicia un petit descens i, una mica més enllà, torna a pujar fins a la bifurcació amb el camí del sot de Bocs, on s'assoleix el punt més alt del recorregut 320 m). Aquí s'agafa el camí de l'esquerra i comença el descens cap al sot de la Remor.
El sot de la Remor
El sot de la Remor recull les aigües de la petita conca creada pels turons de la Trona del Cego, el turó del Cadastre i el turó dels Republicans, i va a parar a la riera d'Olzinelles poc abans de can Draper. A la seva capçalera s'hi explota la sureda, i a les parts més frescals hi creixen restes de plantacions de pins en antigues feixes.
El camí baixa fent algunes esses, primer per la dreta del sot de la Remor i després per dins del sot, deixant a banda i banda algunes pistes de desembosc. Quan apareixen els camps i les plantacions de la part baixa de la vall d'Olzinelles, cal continuar a la dreta, travessar el torrent del sot de la Remor i continuar pel camí principal fins a la casa de can Draper.
Per més informació:
LA MEJOR MANERA
La mejor manera de retomar el camino,de echarle un mano a mano al 2008, con un mensaje que me ha enviado una de las personas que más admiro, como persona y como profesional creativo.
Que no te creas todo lo que escuches,
que no gastes todo lo que tengas,
que no duermas tanto como puedas,
que nunca te rías de los sueños de los otros,
quién no tiene sueños, casi no tiene nada
y no olvides que existen 4 cosas en la vida que nunca se pueden recuperar:
1) la piedra, una vez lanzada
2) la palabra, una vez pronunciada
3) la ocasión, una vez se ha perdido
4) el tiempo, una vez ha pasado
Gracias
Que no te creas todo lo que escuches,
que no gastes todo lo que tengas,
que no duermas tanto como puedas,
que nunca te rías de los sueños de los otros,
quién no tiene sueños, casi no tiene nada
y no olvides que existen 4 cosas en la vida que nunca se pueden recuperar:
1) la piedra, una vez lanzada
2) la palabra, una vez pronunciada
3) la ocasión, una vez se ha perdido
4) el tiempo, una vez ha pasado
Gracias
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